Permítame, doña Cigüeña María, que les cuente a mis vecinos de Las Rozas cómo y por qué nuestro pueblo tuvo un alcalde comunista en el primer Gobierno municipal de la Democracia.

Tras cuarenta años de dictadura, el 3 de abril de 1979 los vecinos de Las Rozas ejercieron su derecho al voto y pudieron elegir en libertad a sus representantes políticos más cercanos. La izquierda ganó en importantes ayuntamientos de España como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. En Las Rozas, también.

El PSOE obtuvo 1.277 votos y cuatro concejales; Unión de Centro Democrático consiguió 942 votos y tres concejales; Los independientes, 794 votos y tres concejales; el PCE logró 715 votos y dos concejales; y Coalición Democrática: 403 votos y un concejal.

Presidiendo una corrida de toros en las Fiestas de Las Matas. De izquierda a derecha. José Antonio Sánchez, Benito Garrido, Doroteo Lázaro y Dimas. Foto de J.A Sánchez

Dimisión precipitada

Con estos resultados, el candidato socialista, Benito Garrido, se alzó con el bastón de mando, convirtiéndose así en el primer alcalde de Las Rozas de la España democrática. Sin embargo, su mandato apenas duró en el tiempo. A los seis meses dimitió “por razones personales muy importantes” (Revista municipal, 1981).

Como usted bien sabe, doña Cigüeña María, aquella dimisión trajo consigo gran revuelo en nuestro pueblo, provocando la primera gran crisis municipal. El Pleno procedió a elegir como nuevo alcalde al segundo de la lista del PSOE: Luis Schake de Miguel. Pero la crisis no se dio por finalizada, pues los concejales de UCD “impugnaron el procedimiento”. Pese a que la Audiencia Territorial de Madrid falló a favor de la designación de Luis Schake, UCD presentó un recurso ante el Tribunal Supremo. Y mientras el Alto Tribunal fallaba, Las Rozas tuvo durante dos años un alcalde del Partido Comunista Español (PCE). Doroteo Lázaro Mingo, Primer Teniente de Alcalde, asumió el cargo de manera provisional hasta que Luis Schake, amparado por la justicia, pudo volver a regir el municipio en noviembre de 1981.

Dos años como alcalde provisional

Con carácter de provisionalidad, Doroteo Lázaro se puso al frente de la alcaldía en unas circunstancias muy difíciles, tal y como el mismo edil relataba en la revista municipal, tras año y medio en el cargo: “La situación que encontré era muy compleja. Se vivía un ambiente prácticamente de enfrentamiento entre las diferentes corrientes políticas representadas en el Ayuntamiento. Era necesario crear el espacio suficiente que permitiera a todos trabajar en beneficio del pueblo que nos eligió”.

A pesar de ello, el primer, y hasta la fecha, único alcalde comunista de Las Rozas, supo ingeniárselas para sortear las dificultades y problemas derivados de su elección: consiguió imponer “la cordura” y encontrar la fórmula para “desarrollar un plan mínimo de actuación municipal”.  

En la foto los tres alcaldes de #LasRozas en las primeras elecciones municipales. Doroteo Lázaro con gafas de sol. Arriba detrás de él, Benito y Luis Schake.
Foto de J.A. Sánchez.

Poco tiempo para tanta tarea

En un pueblo en el que en 1981 estaba todo por hacer, Doroteo Lázaro comenzó a hacer frente a los numerosos problemas con los que contaba Las Rozas de por aquel entonces. Uno de ellos era la escolarización de los niños roceños. El alcalde consideraba necesaria la creación de más plazas escolares “para evitar desplazamientos innecesarios de niños de un barrio a otro”; en urbanismo, Doroteo Lázaro denunciaba que nuestro pueblo había sido construido de manera “irregular por las empresas constructoras”, es decir, que había habido “especulación del suelo y de la vivienda”.

En cuanto a salud, – sí, doña Cigüeña María, por aquel entonces ya era un tema espinoso cuyas reivindicaciones a más de un vecino actual le sonarán-, el edil comunista puso sobre la mesa las carencias “de servicios de urgencias, una falta de asistencia médica adecuada, falta de un ambulatorio y de un servicio nocturno».

Dos años no dieron para mucho, y desconocemos hasta qué punto Doroteo Lázaro pudo solucionar los problemas de sus vecinos en cuanto al suministro de agua, pues la mitad de los roceños no tenían la suficiente, y la otra mitad sufría cortes periódicos; o si aquel gobierno municipal pudo sanear los “graves problemas existentes en la hacienda municipal”, debido a la falta de cobro de la Contribución Urbana.

Lo que sí sabemos es que durante su mandato hubo una alcaldesa del barrio de Las Matas: doña María García Acevedo. Pero esa historia merece otro relato aparte. Pronto le contaré, doña Cigüeña María, esas historias de mujeres que han ocupado diferentes cargos de responsabilidad en este ayuntamiento, y de las que seguro usted habrá oído hablar desde su atalaya.