Felicidad. Proveniente del latín felicitas-atis, la RAE lo define como un estado de grata satisfacción espiritual o física. Puede parecer obvio que, si nos dieran a elegir, elegiríamos ser felices. Miles de publicaciones aseguran tener la clave de tal búsqueda o, al menos, prometen acercarnos de manera definitiva. Entonces, ¿por qué no somos felices?

De primeras, la gente suele contestar que no es feliz. Pero, cuando comienzan a hablar de sus vidas con más detalle, se pone de manifiesto que, en realidad, quieren decir que no son felices siempre. Por otro lado, no concebimos la felicidad en medio de condiciones o situaciones indeseables. Es decir, el problema es estar rodeados o en búsqueda de la perfección. Albert Camus afirmaba que «dentro de nosotros hay un verano invencible en medio de cualquier invierno».

Clásicos ejemplos, como la curva de Müller-Lyer nos confirma que las percepciones que tenemos no son siempre las correctas. A partir de esas percepciones, elaboramos pensamientos y aprendizajes que interiorizamos y mantenemos en el largo plazo. 

“La felicidad de quien consigue el bronce perdura más que quien gana la plata”

Estamos sometidos a expectativas de manera constante que nos orientan hacia éxito o fracaso. Está ampliamente demostrado que cuanto mayor es la expectativa, mayor es la probabilidad de que la felicidad decaiga con el paso del tiempo, incluso si logramos nuestro objetivo. (Medvec et al, 1995).

Estas expectativas son extrapolables al salario que merecemos, la belleza de nuestras parejas o lo justo o injusto de un proceso de selección. Nos comparamos, de manera constante, con nuestros compañeros de trabajo o desde la influencia que ejercen los medios de comunicación o las redes sociales. El impacto sobre nuestra autoestima es sencillamente demoledor y nos hace gastarnos más dinero en suplir estas carencias inventadas (Schor, 1999). 

Tenemos un claro ejemplo del cambio que estamos viviendo en sólo unas décadas.

¿Qué es lo más importante en la vida?
Muy bien económicamente42%71%
Desarrollar filosofía de vida significativa86% 52%
Higher Education Research Institute (The Amercian Freshman Survey).

Es interesante recordar, al hilo de este mismo estudio, que la media de felicidad en los años 40 se situaba en un 7.5/10. En la actualidad 7.2/10

La parte positiva es que también fallamos en nuestra visión más catastrofista. Pensamos que los elementos como un despido o un diagnóstico no muy favorable teñirá nuestra existencia y, a la larga, contamos con una resiliencia adaptativa más funcional de lo que pensamos. 

Asignamos una excesiva importancia a los elementos materiales frente a las experiencias. Pues bien, ya sea recordando o proyectando hacia el futuro, nos genera un mayor bienestar compartir esas experiencias pasadas (Van Boven & Gilovich, 2003), así como hacia el futuro (Kumar et al. 2014).

Nos adaptamos de manera hedonística e ilimitada. En pocas palabras: al poco tiempo nos aburrimos de la emoción inicial que nos ha generado comprar un coche. Además, las experiencias apenas permiten comparación o el impacto de la comparación es mucho menor que en el caso de lo material (Howell & Hill, 2009).

Para evitar demoras innecesarias, podemos ir al grano identificando qué es lo que nos causa sufrimiento. 

El estilo de vida actual tiene serias consecuencias sobre nuestra salud. El modelo hedonista de consumo ilimitado, la hiperconexión a la que estamos sometidos de manera constante y un largo etcétera, nos obligan a una soledad no escogida, así como a un mantenimiento de un rol perfeccionista que tiene consecuencias sobre nuestra salud. Byung Chul-Han nos habla de la desaparición de rituales o el sujeto logro que se autoexplota en ora de la producción, la liquidez (ausencia de constancia) de Bauman …

A poco que busquemos soluciones, nos encontramos con un sinfín de enlaces, libros o publicaciones que nos prometen el cambio definitivo en nuestro camino hacia la felicidad. Diferenciando claramente la autoayuda (como obligada concatenación de emociones positivas imposibles de alcanzar) de lo que nos dice la ciencia, tenemos una serie de elementos que generan un enorme impacto positivo en nuestro bienestar:

  • Revisar nuestras distorsiones cognitivas
  • Aceptar nuestras emociones
  • Metas y valores en consonancia 
  • Tener una vida Mindfulness
  • Ayudar a los demás y tener gratitud
  • Conexiones sociales y con la naturaleza
  • Dormir y ejercicio

University of Sidney (Positive Psychiatry and Mental Health); University of Yale (Science of Well-Being); Universidad de Harvard (Positive Psicology).

En las siguientes publicaciones, nos adentraremos con detalle en cada uno de estos puntos.

¡¡Os esperamos!!

Meet Las Rozas