¿Quién no ha coleccionado alguna vez cromos cuando era pequeño? ¿Quién nunca llevó sus cromos repetidos a la escuela para cambiarlos en los recreos? ¿Quién nunca se emocionó cuando abrió ese sobre de donde sacó el cromo que tanto buscaba?.

Soy un fiel amante del coleccionismo. Mi pasión se remonta a 1993 cuando tenía 7 añitos y le pedía a mi abuelo, año tras año, que me comprase la nueva colección de la Liga. Recuerdo la emoción de ver el álbum en el kiosco y poder comprar los primeros paquetes, que por aquel entonces costaban 25 pesetas. Así comenzaba el clásico ritual de abrir los sobres, ver qué te deparaba la suerte, ordenar los cromos e ir pegándolos en el álbum con delicadeza y mimo.

Listados con bolígrafo y papel

En el libro Mi fútbol adhesivo: entre cromos y recuerdos trato de revivir lo que suponía para todos nosotros ir haciendo esa colección. Hacer aquellos listados con bolígrafo y papel en el que anotábamos, equipo por equipo, aquellos cromos que necesitábamos imaginando que en algún momento podríamos pegarlos en el álbum. Ordenar nuestros cromos repetidos hasta formar aquel taco que inmovilizaríamos con una goma elástica, normalmente con ayuda de nuestros mayores. Con todo preparado, llegaría el momento más esperado y más icónico del coleccionismo: ir a cambiar nuestros repetidos.

Llegar a la plaza con emoción esperando conseguir los cromos que tanto ansiabas e ir donde aquel niño acompañado por un mayor para iniciar el intercambio con el clásico “¿Cambias de la Liga?”. A partir de ahí infinidad de anécdotas y recuerdos que seguro que todos hemos vivido. Darle tu taco a aquel desconocido mientras tú mirabas a la velocidad del rayo sus cromos. Nuestros mayores al lado con la lista que a nosotros no nos hacía falta porque nos sabíamos los cromos de memoria. De vez en cuando una pequeña discusión…

-¿Estás seguro que a Abelardo no lo tienes? A mí no me suena… ¿Quizá te hayas confundido haciendo la lista?

-Que no mamá, que seguro que lo tengo.

-¿Por qué no lo coges por si acaso? A ver si te vas a equivocar y te quedas sin él.

-Mamá…

El momento de la verdad

Nosotros solíamos tener razón y muy poquitas veces nos equivocábamos. Así hasta que llegaba el momento de la verdad: negociar con aquellos cromos que habíamos conseguido.

-Te he cogido 17 de tu taco. ¿Tú cuántos has cogido?

-Yo he cogido 15, pero tú me has cogido dos últimos fichajes que los cambio por dos.

-¿Tú no has cogido ningún fichaje mío? Mira que tengo a Prosinecky repetido…

Libro Mi fútbol adhesivo: Entre cromos y recuerdos
Libro Mi fútbol adhesivo: Entre cromos y recuerdos

Pero no siempre era todo tan ordenado. Había que tachar los cromos para no llegar a confusiones. ¿No os ha pasado de coger algún cromo dos veces porque se nos olvidó tacharlo en la lista? Por no hablar de aquel niño (aunque a veces éramos nosotros) que se confiaba con un taco de cromos más grande de lo normal y acaba tirando todos al suelo. Daba al traste con nuestro trabajo del día anterior por tener todos bien ordenaditos y no tardar en los cambios. Si esto pasaba, y además dábamos con aquel niño que tenía una lista interminable a varias caras, el cambio podía hacerse interminable.

-Alfonso del Betis.

-A ver… Alfonso, Betis… a ver… lo tenemos.

-Victor, del Valladolid.

-Valladolid, Valladolid… a ver dónde está. ¡Aquí! Victor… lo tenemos.

Nuestro tesoro en forma de cromos adhesivos

Así continuamente hasta que ya habíamos cambiado prácticamente con todos los niños de la plaza. Cogíamos nuestro tesoro en forma de cromos adhesivos y, normalmente, acabábamos la mañana en algún bar tomando algo fresquito. Mientras tanto ordenábamos esos cromos con cuidado de no mojarlos con la mesa y evitar que el viento nos jugase una mala pasada.

Cuando pasé de hijo a padre nunca dejé de coleccionar. Todos los años mínimo caían la colección de la Liga y la del Mundial o Eurocopa si correspondía, aunque hoy en día el número de colecciones que hace al año son con mínimo cuatro.

Durante la pandemia decidí darle visibilidad a mi pasión y crear una cuenta de instagram como @cromo_dg, llamada Mi Fútbol Adhesivo. En ella mezclo dos de mis pasiones: el fútbol (especialmente el de antaño) y el coleccionismo. Gracias a esto conseguí crear una comunidad de amantes de ambas pasiones que ahora mismo supera las 3.200 personas. Algunos, como yo, llevan muchos años en este mundillo y compartimos muchas de las vivencias, colecciones, dudas y pasiones. Otros, gracias a esta cuenta, han quitado esa “vergüenza” de coleccionar por ser ya mayor, dándose cuenta que esto no es solamente cosa de niños.

Las cartas ganan la partida

Hoy en día el coleccionismo ha cambiado respecto a lo que conocíamos cuando éramos niños. Las cartas ganan la partida a los cromos adhesivos (especialmente entre los más jóvenes). Las nuevas colecciones se orientan a cartas especiales con menor probabilidad de aparición o con productos exclusivos adicionales a la colección con cartas limitadas.

Así todo, abogo por mantener el coleccionismo más puro. El coleccionismo que implica bajar a las plazas a cambiar, ir a los kioscos para comprar los sobres y fomentar el comercio local. El comprar para completar colecciones particulares y no para especular con posibles ventas. En definitiva, el de vivir las colecciones aunque no siempre acaben completándose.

Así que no lo dudéis, si queréis regresar a la infancia, a volver a vivir esas colecciones, a volver a ser niños de nuevo, podéis leer el libro Mi fútbol adhesivo: Entre cromos y recuerdos, disponible en Amazon. Y si queréis volver a ver esos cromos que tanto recordamos y aquel fútbol que tanto añoramos, podéis seguirme en mi cuenta de Instagram @cromo_dg. También os invito a escucharme en el podcast El Bigote de Abadía en el que, junto con tres amigos, hacemos tertulias del fútbol de los 90 y entrevistas a exfutbolistas de primera división. Se puede encontrar en Ivoox, Spotify, Podimo y YouTube.

Por Diego Gutiérrez (vecino de Las Rozas, autor de Mi fútbol adhesivo: Entre cromos y recuerdos y conocido en Instagram como @cromo_dg) para Meet Las Rozas.