Un día en la vida de cualquier vecino del Parque Empresarial de Las Rozas puede empezar con un desayuno en Newyorkers Café. Habrá quien continúe la jornada yendo a Rojano para que Mónica le cubra las raíces. Alguno aprovechará para graduarse la vista en La óptica de Paloma, comprar una planta en A flor de piel o una palmera de chocolate en Mis Delicias. En la agenda puede figurar también que Silvia le arregle una caries en Sandent o pedir cita en Fisiomanía para que le traten esas contracturas.
A mediodía, el cuerpo pide tomar el aperitivo en La Carmela y luego apuntarse a un menú: hoy al de La Puerta, mañana al del Mesón El Ocho y pasado al cocido de la Taberna de Las Regiones. Ya que andamos por el centro, no cuesta nada aprovisionarse de unos dulces en la Castilla y acercarse al Burgocentro para encontrar algún libro qué leer en la Librería Benedetti. Seguro que nos falta una herramienta que podemos encontrar en la Ferretería Miguel y quizá paremos en Araque para ver cómo va el cuadro que llevamos a enmarcar.
Alguno se tomaría una caña en Los Amigos para reponer fuerzas antes de comprar unas botas en Zapatos Navarro y seguir camino. A esas horas, seguro que apañamos algo para la merienda en la Charcutería Tomás Álvaro en los Castillos; puede que, pensando en la cena, nos apetezca una dorada de La Lonja y una botella de buen vino en TomeVinos. Antes deberíamos llevar el coche a Mecánica Arranz para que José averigüe de dónde viene ese ruidito. Ya puestos, podíamos pasar por La Traca y preguntar si tienen pirotecnia sin ruido, para no molestar a los pobres perros.
Después, todavía daría tiempo a acercar a los niños a Performance y mientras ellos bailan, encontrar un disfraz en Rico-Rico, visitar Folder o Carlin en busca de material escolar, renovar las infusiones en Ecofram y descansar tomando algo en el Van Gogh Café de Las Matas.
Cuando la pandemia nos obligó a confinarnos y paralizar las actividades no esenciales, muchos pensábamos en todos estos negocios que dan vida a Las Rozas y en cómo sobrevivirían tanto tiempo cerrados. Si deseábamos recuperar la normalidad no era solo por vencer al virus y terminar con el drama que había generado, sino también por ver abiertos de nuevo todos esos pequeños comercios de proximidad que se han convertido en parte de nuestras vidas.
La crisis económica derivada del coronavirus les ha colocado a muchos en una complicada situación. Iniciativas como P.E.C.A., que aglutina a los comercios del Parque Empresarial y promueve descuentos y promociones, o esa reciente iniciativa municipal llamada Las Rozas Market, que pretende dar a conocer la oferta comercial disponible en la ciudad, son buenas maneras de reactivar los pequeños negocios del municipio. Pero sobre todo, está en manos de sus clientes que recuperen el músculo para seguir mucho tiempo entre nosotros.
«Hacer pueblo» pasa por apoyar el comercio local que da un servicio de calidad y vertebra la vida económica y social de Las Rozas. La vida en el Parque Empresarial, en El Cantizal, en Las Matas, en Los Castillos o en el casco antiguo, la vida de barrio, depende en gran medida de los negocios establecidos en sus calles. Cuidémoslos. Hagamos pueblo.