Hoy en Meet Las Rozas abordamos la base fisiológica para entender el problema potencial de las mascarillas en relación con el ejercicio.
Para explicar el posible efecto de las mascarillas en el organismo, imaginemos que los pulmones están formados por una inmensa burbuja y un tubo que conecta ésta con el exterior. La burbuja está irrigada por un vaso que tiene un transportador.

La función de esta burbuja es suministrar al organismo el oxígeno procedente de la atmósfera. Al mismo tiempo, el transportador coge el dióxido de carbono producido por el organismo y lo lleva de nuevo a la burbuja para eliminarlo. Es decir, dentro de la burbuja se produce un intercambio de los dos gases. El oxígeno que hay en la atmósfera pasa (inspiración) desde el aire de la burbuja a la sangre y de esta manera a todo el organismo. Después, el dióxido de carbono pasa desde la sangre a la burbuja que al ‘estrujarse’ (espiración) se elimina a la atmósfera.
Cualquier célula es extraordinaria, pero los eritrocitos como transportadores son excepcionales, pues son capaces de llevar el oxígeno desde los pulmones a los órganos y tejidos. Al mismo tiempo, son igualmente eficaces al llevar el dióxido de carbono desde los órganos y tejidos a los pulmones. En la figura 1, se han ‘agrupado’ los millones de glóbulos rojos en un silo transportador
Los dos gases son muy importantes. El oxígeno es obvio, pues dependemos de este gas. Por tanto, es evidente que si respiramos mal, nos quedemos sin oxígeno suficiente. Igualmente, si respiramos mal, el organismo se quedará con dióxido de carbono que también es nocivo. ¿Por qué? De forma elemental y sin profundizar, porque el dióxido de carbono con el agua genera un ácido, muy nocivo para cualquier célula y por extensión para el organismo entero.
Los problemas potenciales de las mascarillas en relación con el ejercicio
De la analogía de la burbuja se pueden deducir tres posibles problemas de llevar mascarillas al hacer ejercicio:
1ª) ¿Se efectúa el intercambio de gases de la misma manera en la burbuja?
2ª) ¿Se introduce el oxígeno igualmente de fácil que sin mascarillas?
3ª) ¿Se elimina de la misma manera y cuantía el dióxido de carbono que sin mascarillas?
La respuesta a la primera cuestión es afirmativa. El intercambio de los gases se efectúa perfectamente, con o sin mascarilla, porque es un proceso que se realiza en el interior de la burbuja, de manera que si el oxígeno ha pasado a su interior y el dióxido de carbono llega por el transportador, no hay ningún problema a que se intercambien.
La respuesta a la segunda y la tercera de las cuestiones es también afirmativa. Parece lógico que los expertos en el diseño de mascarillas hayan previsto que el material no deje entrar las partículas suspendidas en el aire, pero sí permita pasar el oxígeno y el dióxido de carbono. Naturalmente, el lector pensará, no sin razón, que los dos gases no pasen igual si hay o no un obstáculo. Como siempre, si la cantidad de aire que se moviliza es la de reposo, no hay problema en introducir el oxígeno y eliminar el dióxido de carbono. Pero si se requiere más aire, puede existir algún problema. En otras palabras, depende de la intensidad del ejercicio:
1º) Intensidad baja. Si usted va caminando a una velocidad de 3 a 4 Km/h, si está sano, no tiene ningún problema más allá del agobio y un hipotético problema de perdida de calor. Yo paseo todos los días a mis ‘nietos peludos’, voy con doble mascarilla (FPP2 y quirúrgica) y aguanto perfectamente, aunque voy ‘a paso de carreta’. Ciertamente, noto cierta sensación de agobio, pero no me la quito.
2º) Intensidad moderada. Aquí ya no puedo ser tan categórico, pues mi experiencia, obviamente, es nula: no corro con los perros. Pero, aunque no tengo ni experiencia ni datos que lo avalen, creo que perfectamente se puede ir al doble de intensidad, es decir, a 8 Km/h y que los dos gases pasen perfectamente a través de la mascarilla. Aunque la sensación de agobio puede ser mayor. Como dato, señalar que algunos deportistas utilizan algo parecido para provocar un déficit de oxígeno y, como consecuencia, formar más glóbulos rojos tras un periodo de tiempo. Por lo menos, teóricamente, así lo piensan.
3º) Intensidad máxima. Dudo que se puedan realizar esfuerzo de alta intensidad con mascarillas. De hecho, los que realizamos pruebas de esfuerzo desde hace más de 40 años, somos conscientes de este problema (figura 2).

Todos los dispositivos (mascarillas y dispositivos bucales) de recogida del aire están encaminados a disminuir la resistencia a la entrada y salida del aire de las vías respiratorias. Pero la mayor parte de las personas que realizan una prueba de esfuerzo siempre comentan lo mismo: “Al final sentía que me faltaba el aire”. Por consiguiente, a intensidad elevada puede producirse:
- Un descenso en la entrada de oxígeno al organismo. Teóricamente, se podría producir una hipoxemia, es decir, un descenso en la cantidad de oxígeno en nuestro glóbulo rojo gigantesco.
- Un acúmulo del dióxido de carbono. La consecuencia sería una acumulación de los ácidos, nocivos para nuestro organismo, si bien esto llevaría algún tiempo.
En resumen, se puede realizar perfectamente ejercicio a intensidad ligera e incluso moderada, pero no a intensidades elevadas.
Agobio y calor
Existe un tercer problema potencial: el agobio y la dificultad para la eliminación del calor. Se aborda de forma simple. Todos hemos comprobado la sensación de acumulación de calor cuando llevamos las mascarillas, acentuada por las condiciones ambientales de calor actual y las venideras. Ciertamente, la perdida de calor por convección a través de la respiración es pequeña en comparación con la pérdida por la sudoración, cuantitativa y cualitativamente más importante. Pero, la limitación para realizar ejercicio a temperatura elevada se produce cuando se incrementa la temperatura denominada central, es decir, la del interior de nuestro organismo. Es la que se determina con relativa facilidad en el oído.
En mi opinión, sería difícil de demostrar un aumento de la temperatura central que limitara la capacidad para realizar ejercicio. Además, es probable que la posible pérdida de calor por convección se podría compensar con un aumento de la sudoración, contraproducente igualmente. Lo que es un problema indudable es la sensación de ‘relativo agobio’ que produce llevar la mascarilla.
En resumen, las mascarillas son un incordio para las personas que realizan ejercicio a intensidad ligera a moderada, pero no limitan la capacidad para llevarlo a cabo, sobre todo si se va ‘a paso carreta’. Aunque a intensidades de moderada a elevadas, pueden desencadenar problemas en el aporte de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono. La afectación de la termorregulación es improbable, por lo menos cuando el tiempo no es muy caluroso. Otra cuestión muy diferente es si hay un obstáculo por alguna patología.

Como se muestra en la figura 3, por los cuadritos rojos, si se depositan residuos, habitualmente del tabaco, se produce una obstrucción de las vías respiratorias de forma crónica -Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC)-, con el consiguiente problema de entrada del oxígeno y salida del dióxido de carbono. En estas circunstancias, la mascarilla agrava considerablemente el problema. No obstante, también es una cuestión de grado de la obstrucción. Conozco a gente con una EPOC que realiza ejercicio de intensidad ligera en terreno plano, eso sí, y no tienen ningún problema.
