Hoy en día es muy raro que oigamos leishmaniosis canina y no nos resulte familiar.
Hay mucha gente que conoce la enfermedad porque le ha tocado vivirla de cerca; o tiene algún conocido cuyo perrito la ha padecido. Sin embargo, no todo el mundo sabe exactamente cómo se desarrolla y qué factores y precauciones hay que tener en cuenta.
Desde Meet Las Rozas os intentamos acercar un poquito más esta enfermedad para que, a grandes rasgos, sepáis lo que implica y qué podemos hacer para prevenirla.
¿Qué es la leishmaniosis?
La leishmaniosis es una enfermedad parasitaria producida por la infección de un protozoo llamado Leishmania. En el ciclo vital de este parásito hay dos formas: el promastigote, que se encuentra en el vector; y el amastigote, que se encuentra en el mamífero.
Por ello, para cumplir su ciclo vital, necesita dos hospedadores: un hospedador invertebrado, el famoso mosquito flebótomo; y un hospedador vertebrado que, en el caso que nos ocupa, será el perro.
Aunque en la especie canina se han descrito otras vías de transmisión de esta enfermedad, nos vamos a centrar en la vía más habitual y representativa que es la vectorial, a través de la picadura del flebótomo.

¿Cómo se produce la transmisión?
El flebótomo es un pequeño insecto de aproximadamente 2 mm de tamaño que, normalmente, encontramos en unas condiciones climatológicas concretas: necesitan temperaturas de entre 16-18ºC para sobrevivir; y, normalmente, tienen mayor actividad nocturna. Suelen encontrarse en zonas donde haya restos de materia orgánica (leñeras, escombreras, garajes, almacenes…); y se alimentan de fuentes naturales de azúcar. Las hembras necesitan ingerir sangre para realizar la puesta de huevos, por lo que serán éstas las transmisoras del parásito.
Así es como se produce la transmisión: una hembra flebótomo picará a un perro para alimentarse y, a través de esta picadura, los promastigotes de Leishmania que se encuentran en el hospedador invertebrado serán transmitidos al hospedador vertebrado.
Una vez que los promastigotes entran en el torrente sanguíneo del perro, el sistema inmune tratará de vencer a los parásitos para evitar que se desarrolle la enfermedad. Cuando el sistema inmune fracasa, la Leishmania termina su ciclo vital y los amastigotes se extienden por todo el cuerpo. Así, tenemos un paciente con leishmaniosis.
Síntomas de la leishmaniosis
En los perros infectados por Leishmania, las manifestaciones clínicas pueden ser variables. Se pueden presentar como una infección subclínica; una enfermedad leve o moderada; o una enfermedad muy grave.
Diversos factores como el sistema inmunitario; la base genética; la edad; el sexo; el estado nutricional; la virulencia de la cepa de Leishmania; la carga parasitaria en el perro infectado; así como infecciones concomitantes, son factores que hacen que un perro pueda controlar la infección o que manifieste una infección clínica.
Así pues, los síntomas son muy variables en presentación y gravedad. Desde lesiones en piel, como problemas de cicatrización, aparición de úlceras, nódulos, sequedad, descamación…Hasta desarrollo de enfermedades más graves como glomerulonefritis (degeneración de los riñones), hepatitis, artritis o problemas articulares.
La aparición de todos estos síntomas se debe a la interacción del parásito con el sistema inmune. El sistema inmune del hospedador intenta destruir permanentemente las células infestadas por el parásito. en este intento de destrucción, se depositan en los diferentes órganos los llamados “inmunocomplejos”, lesionándolos y apareciendo así los diferentes signos clínicos.
Diagnóstico
Cuando el facultativo tenga la sospecha clínica de estar frente a un caso de leishmaniosis canina, realizará una serie de pruebas para detectar la presencia de forma directa o indirecta, del parásito en el paciente.
En primera instancia, se suele realizar un test rápido para detectar la presencia de anticuerpos. Esta prueba es de carácter cualitativo. Por ello, si obtenemos un resultado positivo, posteriormente tendremos que realizar una prueba cuantitativa para estimar el “grado” de infección. Las pruebas cuantitativas más empleadas suelen ser la inmunofluorescencia indirecta (IFI) y ELISA.
Además, se realizarán todo tipo de pruebas diagnósticas para valorar el estado físico del paciente: analítica completa de sangre, ecografía abdominal ó analíticas de orina.
El resultado obtenido en estas últimas pruebas permitirá al especialista establecer un plan terapéutico individualizado.

Tratamiento
Hasta la fecha, no existen tratamientos totalmente eficaces frente a la leishmaniosis canina. Esto quiere decir que, en ningún caso, se podrá conseguir la “curación parasitológica”. De esta forma, en cualquier paciente se pueden producir recaídas cuando se encuentre en una situación de inmunocompromiso.
Un paciente con leishmaniosis es un paciente crónico que requerirá seguimientos y controles de por vida. Controles que se irán programando y espaciando, en función de la respuesta al tratamiento y el estado general del paciente.
La terapéutica de la leishmaniosis canina va dirigida a eliminar los síntomas y restaurar el sistema inmune del paciente. ¿Cómo? Frenando la replicación del parásito. Se emplean diferentes fármacos para perseguir este objetivo. En la mayoría de los casos, se consigue una respuesta completa.
Pronóstico y prevención
El pronóstico depende del grado de afectación del paciente en el momento del diagnóstico, la respuesta al tratamiento y la posibilidad de mantener el animal bajo controles periódicos.
Es fundamental la prevención, tanto en perros sanos, como en infectados o clínicamente enfermos.
Para prevenir la infección, es necesario minimizar la probabilidad de que el paciente pueda ser picado por el mosquito. Para ello, es muy importante mantener a nuestro compañero desparasitado externamente durante todo el año, no sólo en la época de verano.
Así mismo, se recomienda la vacunación de perros que vivan en zonas de riesgo.
Por último, es aconsejable realizar pruebas serológicas anuales para la detección de pacientes asintomáticos o con enfermedades subclínicas para evitar la propagación de la enfermedad.
Si crees que tu perrito puede tener leishmaniosis o quieres informarte más sobre su prevención y control, pregunta a tu veterinario de confianza.