En los años sesenta en Las Rozas no se hablaba de otra cosa. Al pueblo había llegado un americano llamado Samuel Bronston que pretendía hacer Cine, sí en mayúsculas, y además, venía con la intención de contratar a decenas de extras y trabajadores roceños para las películas que iba a rodar frente al barrio de Las Matas. Los vecinos de Las Rozas se convertían de la noche a la mañana en protagonistas de un enorme decorado. El cine llamó a sus puertas sin esperarlo.
Extras de la pelicula Caída del Imperio Romano.
Foto: David Alcalde Moreno Archivo Regional de la Comunidad de MadridFoto: Ascensión Lillo Gómez Archivo Regional de la Comunidad de Madrid Extras de la pelicula Caída del Imperio Romano. Foto: Javier Pérez Pajares
Archivo Regional de la Comunidad de MadridFoto: Javier Pérez Pajares Archivo Regional de la Comunidad de Madrid
La película de Samuel Bronston comenzó un 26 de marzo de 1908, al sureste de Europa Oriental, en la región de Bessarabia, en un pueblo llamado Chisináu, hoy en día, capital de la República de Moldavia. Allí nació Schmul Bronschtein, más conocido como Samuel Bronston. El pequeño Samuel, dicen que era sobrino de León Troski, creció y emigró a Francia donde estudió en la prestigiosa Universidad de la Sorbona. Años después viajó a EE.UU y empezó a trabajar de ejecutivo en la famosa productora Columbia. Para ocultar su pasado judío, americanizó su apellido por Bronston.

En 1959 inició su relación con España y con Las Rozas al conseguir permiso para rodar unas escenas en el Palacio Real de Madrid para su película El Capitán Jones. Ese mismo año compró los míticos Estudios Chamartín, situados en la Avenida de Burgos, y un terreno rústico frente a Las Matas, cercano a la Carretera de La Coruña y el Barrio de Renfe.
Las Rozas, rodando
Los terrenos frente a Las Matas, sirvieron de escenario para la superproducción de 1963, 55 días en Pekín, y por allí anduvieron grandes estrellas de la época como David Niven, Ava Gadner y Charlton Heston.
1953 Foto aérea de los terrenos adquiridos por Samuel Bronston. Fuente: Nomecalles 1963 Vista aerea de los estudios en Las Matas
Fuente: Nomecalles
Samuel Bronston, que no escatimaba en detalles en aquella época, para darle más realismo a las explosiones que aparecían en los momentos álgidos de la película, contrató a los mejores maestros pirotécnicos, que vinieron expresamente desde Valencia para el rodaje.
En 1964, aquellos terrenos se convirtieron en la antigua Roma, para dar vida a la película, La caída del Imperio Romano, cuyos decorados fueron de los mayores de la Historia del Cine hasta esa fecha: 400 por 230 metros para reproducir de manera fiel y a escala real, el Foro Romano. En 1995, entraron a formar parte del Libro Guinnes de los Récords, por sus dimensiones y envergadura: 27 edificios a tamaños real, 350 estatuas, 601 columnas, más de 6.000 metros de escaleras, … Para su construcción, siete meses de trabajo, se contrataron más de mil obreros, la mayoría vecinos de Las Rozas.
Entrada a los estudios en Las Matas. Fuente: doctormacro.com Sillas de producción 55 días en Pekín. Fuente: Victor Matellano. Visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía a los estudios de Las Matas. Fuente GettyImages.
Las Rozas se puso de moda
Todo aquel que en aquella época era alguien tanto en el Gobierno como en el mundo del famoseo, quería conocer a los actores que venían de Hollywood a esos grandiosos estudios que había a pocos minutos de Madrid por la N-VI. Desde los príncipes de España, a duquesas, políticos, actores españoles…, todos tenían curiosidad por saber qué estaba haciendo ‘ese americano’ en Las Rozas.
En 1966, se rodaron escenas de la que sería la última película que el productor rodaría en sus estudios roceños: Pampa Salvaje. Aprovechando el ‘rio’ que se socavó y construyó para 55 días en Pekín, y sirviéndose de un antiguo canal que quizás fueron los restos del Canal del Guadarrama, sueño inacabado de Carlos III, construyeron un fuerte del ejército de finales del siglo XIX, en lo que tan solo un año atrás había sido el foro romano.

Mano de obra roceña
Muchos extras y trabajadores de aquellas super producciones cinematográficas, eran vecinos de Las Rozas. Albañiles, carpinteros… del pueblo se contrataron para construir edificios chinos, romanos o lo que fuera menester. Muchos dejaban aparcados sus empleos para trabajar una temporada en el Cine. Según confesaba el roceño Mariano Bravo en 1995, llegaban a cobrar entre 200 y 500 pesetas, el doble que en otros trabajos.
En una película, un extra roceño era un boxer chino, mientras que en la siguiente se transformaba en un soldado romano, y en otra, un gaucho argentino que luchaba contra el ejército americano. Pese a que el sueldo de extra era bastante inferior al de un albañil, electricista o carpintero, no importaban las horas que tuvieran que estar bajo el sol haciéndose los muertos tras una batalla, o si en esa escena apenas se le reconocía de lejos. Era, al fin y al cabo, un sobresueldo y. además, una oportunidad de salir en pantalla.
Calle Samuel Bronston en Las Rozas
The End
Acuciado por las deudas debido al fracaso en taquilla de dos de sus superproducciones, La Caída del Imperio Romano y El Fabuloso Mundo del Circo, Samuel Bronston tuvo que malvender y embargar sus propiedades para pagar a los distintos acreedores.
Samuel Bronston regresó a Estados Unidos arruinado y aquejado ya de Alzheimer, enfermedad que le acompañó hasta su fallecimiento en 1994 en la ciudad de Sacramento, tras padecer una neumonía.
Samuel Bronston siempre llevó a España en su corazón y quiso que sus restos descansaran en Las Rozas, donde fueron trasladados tras su funeral. Su hija Andrea confesó en entrevistas de la época, que su padre estaba enamorado de Las Rozas y que en nuestro municipio encontró el lugar ideal para levantar sus rodajes de exteriores, pues Las Rozas le ofrecía todo lo que necesitaba.
En su lápida del Cementerio de Las Rozas se puede leer la siguiente frase: “Era un hombre en todo y por todo”

Desde finales de la década de los noventa del siglo XX, su nombre esta asociado a la calle que atraviesa la Dehesa de Navalcarbón, pulmón natural de Las Rozas. Desperdigados por la zona donde estuvieron los estudios de Cine y buscando con paciencia, se pueden encontrar restos de los mismos.

En este enlace, pueden disfrutar de un estupendo documental sobre aquellos años, emitido en 1995 en La 2 de RTVE:
Samuel Bronston: Las cenizas de un sueño.