Dos jóvenes se cogen de la mano frente al Muro de Berlín, un muro que acaba de cambiar sus vidas, un muro que ya en agosto de 1961 las separa a pesar de estar a medio construir. Rosmarie y Kriemhild no saben cuándo volverán a verse. Aquel instante, aquella separación quedó inmortalizada en una fotografía. “Hay historias que no caben en una fotografía” y la historia que hay detrás de aquella imagen inmóvil dio pie a Jorge Corrales a escribir, seis décadas después, un hilo en Twitter, y tras él, su primera novela: Las chicas del Muro.

Conocí a Jorge Corrales por casualidad, como todas las cosas buenas de la vida, como él mismo dice. Un amigo me habló de él, de sus hilos en la red social Twitter sobre historia y curiosidades de Berlín. Y fue así como descubrí la historia de Las chicas del Muro, un hilo que se hizo viral, como todo lo que escribe “en esa página en blanco” que es Twitter para @Yosoycorra, para Jorge Corrales.

Tras esa fotografía y aquellas dos chicas había mucho que contar. Y Jorge Corrales, como buen guionista y escritor, quiso darle forma de novela. Había que leerla y descubrir que nada es lo que parece. Que entre dos historias paralelas, una real y otra ficticia, hay un muro, y que debemos saltarlo, porque “ningún muro puede retener una buena historia”, sobre todo si ésta habla de amistad.

Las chicas del muro cuenta dos historias paralelas y entremezcladas, una ficticia y otra muy real. Al leerla te preguntas si la novela tiene algo de autoficción, si el autor respira a través de Elena, una de sus protagonistas. ¿Jorge Corrales es un personaje de su propia novela, como Cervantes lo fue de El Quijote?

La autoficción es una etiqueta comercial para vender libros. Lleva existiendo desde que Cervantes empezó a escribir, e incluso antes. Cualquier escritor, cuando empieza a escribir, sea autobiográfico o no, está poniendo de él. Es imposible salirse de uno mismo para escribir. Los escritores nos escondemos siempre en nuestros personajes, no podemos crear personajes fuera de nosotros. ¡Claro que hay mucho de mí y de mis experiencias en este libro! No solo soy Elena, cada personaje tiene una parte de mí, de mi biografía.

¿Cómo cayó en tus manos la fotografía de Rosmarie y Kriemhild, de las chicas de aquel muro de Berlín que comenzaba a ser levantado y que tanto juego ha dado?

Por casualidad, como todas las cosas buenas de la vida. Yo vivía en Berlín cuando se celebró el 60 aniversario de la construcción del Muro y me puse a buscar fotografías para hablar en mi cuenta de Twitter sobre aquel acontecimiento. Cotilleando, encontré una foto de dos chicos besándose pocos días antes de la caída del Muro. Era muy impactante porque estaban allí con la sensación de que aquello iba a caer en breve y, efectivamente, a los cinco días sucedió. Esa fotografía me gustó y comencé a buscar otras imágenes de personas abrazándose o besándose delante del Muro. Entonces aparecieron Rosmarie y Kriemhild, aquella fotografía también me impactó y decidí poner un tuit con ambas. Un amigo lo vio y me sugirió que contara historias sobre Berlín. Intuí, de manera errónea, que se refería a la foto de las chicas y que me estaba pidiendo que le contara qué había pasado después con ellas. Y manos a la obra, me puse a investigar.

Jorge Corrales en la librería Benedetti de Las Rozas.

En la novela encontramos diferentes caras de la realidad, perspectivismo cervantino en estado puro.

Una de las cosas más bonitas que me han dicho los lectores sobre la novela es que según iban leyéndola volvían a la primera página a mirar la fotografía y ésta había cambiado. Me parece precioso porque de eso va Las chicas del muro, de cómo miramos una imagen y de cómo, según nos vamos adentrando emocionalmente en la misma, la perspectiva cambia. Quiero que el lector vea una fotografía en la primera página y otra muy distinta cuando llegue a la última.

Rosmarie y Kriemhild se jugaron la vida por amistad. ¿Qué es para ti la amistad?

¡Uf, un libro de 400 páginas! Aunque es difícil definir lo que es la amistad, sobre ella gira toda la novela. Una de las cosas más bonitas que me ha pasado con la novela es que la leyera mi mejor amigo y que se viera reflejado en ella. Creo que Elena y Nelly, las dos protagonistas de ficción de Las chicas del muro, no serían lo mismo la una sin la otra; y lo mismo con Rosmarie y Kriemhild, ¿serían ellas si no se hubieran conocido? Se lo dejo al lector para que decida.

Hay una frase en la novela que impacta: “pocas veces en la vida uno es consciente de estar compartiendo un momento feliz” ¿Es lo que te está pasando ahora?

La felicidad compartida con alguien que está teniendo la misma sensación que tú es lo mejor, pero a la vez lo más difícil. Lo que me está pasando con esta novela me encanta, me fascina, pero lo estoy viviendo más en soledad porque es complicado que otra persona sienta lo mismo que yo. Sin embargo, sí he compartido momentos de felicidad en compañía y es bonito reconocer en el otro tu propia felicidad, saber que ese momento está siendo tan especial como para ti.

¿Con cuál de tus personajes comenzarías una historia de amistad?

Con Nelly. La adoro. Hay personajes de los que te enamoras porque tienen virtudes y defectos increíbles, como cuando te enamoras de una persona real. Nelly era un personaje que no iba a estar en la novela y al segundo capítulo decidí incluirla para que fuera reflejo de esa idea de amistad.

¿Twitter es?

El caos, y lo digo como un piropo. Twitter es un bar a las dos de la madrugada donde te puedes encontrar al amor de tu vida o te pueden dar una hostia por hablar de política. Como obedece al caos, es agresivo, pero también puede ser maravilloso. Creo que la gente disfruta en el caos porque da pie a cosas que no se esperan. Twitter es un juguete que nos han dado a la gente que nos gusta cacharrear y pasarlo bien. Es una página en blanco donde te dejan escribir. Yo no utilizo el resto de redes sociales porque son como un desfile militar, ya sabes lo que viene después, no hay sorpresa.

¿Hay algo en la vida a lo que Jorge Corrales pondría un muro?

He aprendido en la vida que si tienes problemas es porque estás en movimiento y eso es bueno. Procuro no ponerme muros, intento mirar al infinito y verlo sin tener nada delante.