Es por todos sabido que la historia de Las Rozas la marcan los roceños. Cuando uno se pregunta por las tantas y tan antiguas aventuras de nuestro municipio, parece evidente que, en una primera aproximación, cualquiera piensa en sus grandes protagonistas: los vecinos. Pero, ¿qué sería de don Alonso Quijano sin su inseparable Rociante? Todo hidalgo aventurero necesita de la fiel compañía que únicamente el inocente, desinteresado y cariñoso animal es capaz de ofrecer.
Cualquier reflexión meditada nos lleva a concluir que Las Rozas son sus vecinos, sí, pero también lo son sus animales. Tanto es así que, si uno bucea por la historia roceña, observará que no hay lugar en el que no quepa mención a, por ejemplo, nuestra estimada cigüeña María. Los animales son insignia, son atributo y son símbolo en un pueblo tan respetuoso y comprometido como el nuestro. No solo ocupan posición central en nuestra bandera, nuestros colegios o nuestros parques. Son también nuestra historia, los coprotagonistas indiscutibles de las aventuras que antes mencionábamos. Y si no, que se lo digan a la flamante estrella del artículo de hoy.
Una gata que no lo tuvo fácil
Pizza es una gata de amor inagotable e insaciable ansia de mimos, razón por la cual han decidido que no debería vivir en una colonia. No es de extrañar que destaque por sus ojos verdosos, pues nunca ha perdido la esperanza de encontrar el calor que solo un hogar puede dar. Todo eso lleva a Pizza a ser un animal muy querido en Las Rozas en general y en uno de los locales de la calle Andrés Segovia en especial. Allí es donde se ubica la conocida Pizzería Ciao, que podríamos bautizar como su primer hogar y el origen inequívoco de su singular nombre.
Es posible afirmar sin temor a la equivocación que Pizza es una gata que, aunque no lo ha tenido nada fácil, cuenta con la suerte de cruzarse a gente maravillosa en su búsqueda de una familia. Sus primeros salvadores fueron los trabajadores del citado establecimiento, puesto que, viendo a una gata ciertamente enferma, no dudaron en rescatarla y cuidarla. En su intento por ayudar a Pizza, se pusieron en contacto con la protectora Abrazo Animal, de la que tanto presumimos los vecinos. Como no podía ser de otra manera, Nuria y el conjunto de trabajadores y voluntarios de Abrazo Animal han logrado curarla, convirtiéndose así en los segundos salvadores de la vida de nuestra protagonista.

Curada y buscando familia
La historia de Pizza se suma a la historia de Las Rozas y, como habéis podido comprobar, a la de la vida de varios roceños. No es que sea de final abierto, es que aún falta su desenlace. Ahora Pizza está felizmente curada y deseosa por conocer a sus terceros y últimos salvadores: su futura familia. Si tú también quieres conocerla a ella, no dudes en ponerte en contacto con Abrazo Animal. Si por tus circunstancias no puedes ayudar a Pizza haciéndote cargo de ella, siempre puedes hacerlo difundiendo esta historia que os traslado desde Meet Las Rozas para que llegue finalmente al encargado de terminarla. Pizza merece una oportunidad.
Este emotivo suceso no es más que la materialización de lo que – estoy convencido – cualquier vecino hubiese realizado sin vacilar por un animal en apuros. Porque, como veníamos diciendo, el respeto y el amor por los animales forma parte de la esencia y la auténtica cultura de Las Rozas. No perdamos ese respeto, compartámoslo, defendámoslo y, sobre todo, no dejemos de exigirlo, porque uno nunca sabe cuándo puede convertirse en el heroico salvador de estos seres indefensos. Ya saben, ¿qué sería de don Alonso Quijano sin su inseparable Rociante?
Javier Huerta