Decía Francisco Umbral que el pueblo de Las Rozas, al que llegó a finales de la década de los setenta, era como un Guadarrama previo, un pueblo con un bar, una cabra y unas obras paradas. En esos días, un joven santanderino decidió que tal pueblo de bar único y cabra pastueña era el lugar perfecto donde echar raíces. Aquellas raíces se hicieron profundas y consistentes. Jesús Zúñiga tuvo claro que su familia, tres hijos y ahora cinco nietos, iban a ser roceños. En 1977, Zúñiga daba sus primeros pasos por las calles de Las Rozas. Seis años después se convirtió en Alcalde. Era 8 de mayo de 1983 y su deseo, que sus vecinos le considerasen como uno más, “sin que ello suponga desdén o apatía por las funciones y responsabilidades que yo he asumido voluntariamente”, declaraba ese día.

Las Rozas de principios de los ochenta tenía un reto por delante. Estaba casi todo por hacer en cuanto a infraestructuras. Lograr aunar calidad de vida, no convertir la localidad en una ciudad dormitorio y que, como decía Umbral, continuara siendo un pueblo donde no sólo se vivía, sino que se convivía, no fue tarea sencilla. Aquel joven alcalde socialista junto a sus compañeros de partido, todos ellos vecinos de Las Rozas y de Las Matas, se pusieron manos a la obra para hacerlo posible. Como ejemplo, en 1983, cuando la amplísima mayoría de las calles de los cascos urbanos de Las Rozas y Las Matas seguían siendo de tierra, se pavimentaron más de cien calles con una longitud total de cerca de 20 kilómetros.

Tras doce años en el gobierno municipal no solo levantaron los cimientos y dieron forma a un pueblo que acogió desde entonces a miles de vecinos, sino que marcaron una época en la que se votaba más la gestión y a la persona que el color del partido. Con Zúñiga al frente, aquel equipo consiguió tres veces la alcaldía, con dos mayorías absolutas, en un territorio municipal cuyas urnas, sin embargo, se teñían de azul cuando se trataba de elecciones autonómicas o nacionales.
¿Reconoce Jesús Zúñiga Las Rozas de hoy en día o a este pueblo no lo reconoce ni el más antiguo del lugar?
Diría que lo segundo. Es difícil de reconocerlo actualmente.
¿Qué echa de menos de aquel pueblo?
La gente. Nos conocíamos casi todos y colaborábamos en desarrollar el pueblo que queríamos.

¿Cómo fueron aquellos inicios de los años ochenta? ¿Qué es lo primero que pensó que necesitaba el municipio?
Desgraciadamente, Las Rozas necesitaba de todo, desde instalaciones deportivas, porque solo existía un campo de fútbol de tierra, hasta culturales, sanitarias, educativas… todo tipo de infraestructuras.
¿Quiénes fueron sus compañeros de “batalla” consistorial y cómo eran aquellas jornadas de trabajo?
Mis compañeros fueron todos magníficos colaboradores, pero citaría a Ignacio Bravo, que me acompañó en todas las legislaturas, a Juanjo Araque, Alberto Aparicio, Pablo Rubio, Felipe Fraile… Todos trabajaron con desinterés económico. En aquel entonces solo se cobraba por asistir a plenos o comisiones, y todos se entregaron en cuerpo y alma. Todos.

¿Por qué un licenciado en Derecho y director de banca se metió en política, y por qué decidió ser Alcalde?
Por aquel entonces yo era secretario general de la Agrupación Socialista de Las Rozas y me propusieron que encabezara la lista para el Ayuntamiento. Me gustó mucho la idea de poder desarrollar el pueblo donde vivía con mi familia y donde podíamos crear el pueblo casi ideal.
Cuando Jesús Zúñiga asumió en mayo de 1983 la Alcaldía una de sus primeras manifestaciones de cara a los vecinos fue explicarles en qué iba a consistir su gestión de gobierno. La tarea que tenía por delante era inmensa y, por qué no decirlo, arriesgada. En el boletín municipal de aquel entonces, Zúñiga explicó a sus vecinos en qué consistía un Plan General de Ordenación Urbana. Era importante que los roceños lo entendiesen porque Las Rozas iba a cambiar, ¡y vaya si cambió! Era necesario tener suelo urbanizable para dotar a aquel pueblo de diversas infraestructuras de las que carecía.

¿Qué infraestructuras se hicieron durante sus años de Alcaldía y qué logros más significativos consiguió durante tres legislaturas?
Hay una cosa curiosa: las infraestructuras que hicimos en esos doce años han representado muchos años después el 70% de las infraestructuras del pueblo. De aquellos años son los parques de las Javerianas, París y Primero de Mayo; los centros deportivos de la Dehesa de Navalcarbón y Entremontes; el Centro de Servicios Sociales; el Centro Cultural Pérez de la Riva; la biblioteca de Las Rozas; el Polígono Industrial Európolis y el Parque Empresarial; la Plaza de España; la cohesión del centro con el Abajón mediante los pasos subterráneos; 80 Viviendas Sociales…
Como logros importantes destacaría haber conseguido que Las Rozas tuviera dos Planes Generales de Urbanismo, uno en 1984 y otro en 1992.
Quienes vivimos aquella época siempre tenemos en mente un Consistorio cercano a los vecinos. Alcalde y concejales de distinto color político eran parte del paisaje, eran conocidos por la mayoría de los roceños. ¿Cree que además de la gestión esa es la clave, la proximidad al vecino?
No solo es la clave, sino la propia esencia de la gestión municipal: la cercanía al ciudadano, estar en permanente y directo contacto con él y sus problemas.

En aquellos años, concejales y trabajadores municipales de distinta ideología compartían mesa y mantel cuando, llegado el viernes la semana laboral tocaba a su fin. ¿Cree que ahora sería posible volver a aquella mesa ‘culinaria’?
Lo que tú veías como normal era lo lógico. El Ayuntamiento no era un lugar para luchas partidistas y políticas, de ahí que ahora sea bastante más difícil.
¿Mantiene amigos de aquella época que fueran contrarios a sus ideas de cómo gestionar las Rozas?
Por supuesto que sí y de vez en cuando nos reunimos a comer antiguos concejales del PP y UCD.
En 1991 el PSOE de Zúñiga repitió mayoría absoluta. Mantuvo sus once concejales, consolidando “su posición de partido hegemónico en Las Rozas”, como indicaba el editorial del periódico local La Calle. El artículo aseguraba que el gran tirón electoral del PSOE era “sin lugar a duda, Jesús Zúñiga”. En las Elecciones Generales previas, el Partido Popular había logrado una ventaja de más de 20 puntos de diferencia sobre el PSOE en Las Rozas, sin embargo, “a la hora de votar a nuestros gestores municipales, es el PSOE, o Jesús Zúñiga, el que gana con casi el 50% de los votos emitidos”.

¿Cuál era el secreto para que un alcalde del PSOE como Jesús Zúñiga y su equipo arrasaran en las urnas en los comicios municipales, en un pueblo donde la mayoría del voto era de derechas?
La cercanía y el escuchar a todos los vecinos. Tratar de solucionar sus problemas y construir un pueblo, ciudad, que les gustaba e iba cubriendo sus necesidades y expectativas.
¿Queda algo de aquel PSOE de los años 80, principios de los 90, en el PSOE actual de Las Rozas?
El PSOE en el que llevo militando 44 años no ha cambiado en su ideario político, lo que pasa es que luego algunas personas han cambiado la forma correcta de hacer política socialista.

¿Las Rozas tiene “un color especial”?
Las Rozas tenía un color especial que se va perdiendo por la excesiva masificación.
Si no hubiese colores políticos, ¿cuál sería el perfil de un buen alcalde?
Un buen alcalde es el que se entrega para mejorar la vida de sus ciudadanos.
Si tuviera que hacer balance de aquellos años en lo bueno y en lo malo, ¿qué diría?
El mejor balance fue conseguir que los ciudadanos confiaran en mí y en mi equipo durante tres elecciones consecutivas, lo que nos permitió hacer el pueblo que querían los vecinos.
Lo peor, no haber frenado el súper desarrollo de Las Rozas. El último Plan General que hicimos en el año 1993 preveía un desarrollo poblacional máximo de 75.000 habitantes, con una dotación de 2.500 viviendas públicas con algún régimen de protección especial. Esta es una de mis penas, no haberlo podido desarrollar.

¿Entonces cree que Las Rozas debería haber tenido después algún freno en su desarrollo?
Por supuesto.
¿Hizo todo lo que quiso o hubo algo que no consiguiera hacer en Las Rozas?
Creo que sí. Me propuse hacer un centro universitario y cedimos suelo para un campus de la UNED que empezó a funcionar, pero no se terminó.
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
No.

¿Por qué Jesús Zúñiga dejó de ser alcalde de Las Rozas? ¿Cree que perdió la confianza de sus vecinos?
Dejé de ser alcalde por voluntad propia, pues había decidido que tres legislaturas eran suficientes y en 1994 así lo anuncié. Nunca perdí la confianza de los vecinos. De hecho, una encuesta encargada por el partido nos decía que en 1995 volvíamos a ganar; eso sí, sin mayoría absoluta.
Dejó un Ayuntamiento de grandes dimensiones humanas. En la actual plantilla de Las Rozas no son pocos los funcionarios que llegaron en aquella época y que, a día de hoy, aún permanecen en sus puestos. ¿Qué les diría y qué le dicen cuando se los encuentra por las calles de Las Rozas?
Los funcionarios fueron colaboradores importantes en el desarrollo de la vida municipal. Para todos tengo palabras de agradecimiento y afortunadamente tengo muy buenos amigos entre ellos. Cuando nos vemos nos saludamos afectuosamente.

Si tuviéramos que encontrarnos con Jesús Zúñiga en algún lugar de esta ya gran pequeña ciudad, ¿dónde deberíamos buscarlo?
En Las Rozas es fácil encontrarme en la plaza con mis nietos o también haciendo deporte. Mi edad solo me permite jugar al golf y en Las Matas me encontrarás seguro.
Al dejar la Alcaldía fue diputado en la Asamblea de Madrid durante una legislatura. ¿Alguna vez se planteó volver a la política municipal? ¿En alguna ocasión le propusieron subir más alto?
El ciclo de la política municipal se acabó el 1995. Subir más alto se me propuso alguna vez siendo alcalde y me negué rotundamente. No me pesa en absoluto.

¿Qué aprendió siendo Alcalde?
Aprendí la importancia de escuchar, de trabajar en equipo, de ayudar al que más lo necesita y de querer hacer un pueblo mejor para nuestros hijos.
¿La cigüeña María estaría satisfecha con el pueblo en el que se ha convertido ahora Las Rozas?
Tengo mis dudas.