Trekking, escalada, esquí, surf y equitación son los deportes que practica Guillermo Pelegrín, “Guille”, un roceño que, con una retinopatía degenerativa diagnosticada desde los 3 años, ha conseguido, con 18 años, la medalla de bronce en la Copa del Mundo de Paraescalada, celebrada en junio de este año en Innsbruck (Austria) y ha alcanzado el 4º puesto en la final del Campeonato del Mundo en Moscú, el pasado mes de septiembre. En esquí, ha ganado varias medallas en los Campeonatos de España.

Su deficiencia visual está relacionada con una Retinosis Pigmentaria precoz o una Amaurosis Congénita de Leber y su resto visual es inferior a un 3%.
Este año ha comenzado a estudiar Trabajo Social en la Universidad Complutense de Madrid.
Guillermo empezó a andar por las montañas con 6 años junto al grupo de montaña de la ONCE y ha subido todos los picos de la Sierra de Guadarrama. A los 9 años realizó el trekking del Mgoun, en el Atlas de Marruecos. Con 10 años coronó su primer 3.000, el Mulhacén y, un año después, ascendió el Skafell Pike, el punto más alto de Inglaterra. Ha recorrido parte del Pirineo y los Alpes. Además, es miembro del grupo Bukaneros Solidarios, especializado en guiar ciegos por montaña.

Guille, ¿qué es para ti la montaña?
Para mí la montaña no es solo un espacio físico, la montaña enseña unos valores que se me han inculcado desde pequeño, como el compañerismo, el respeto, tanto al medio físico como a los compañeros, solidaridad, empatía, etc.
En el fondo, la montaña es algo que se realiza en equipo y si no tienes estos valores de trabajo en equipo, no puedes llegar a nada. Sobre todo en mi caso, donde la ayuda de los guías es totalmente necesaria para poder practicar este deporte. Es por ello que hay que valorar enormemente su trabajo y agradecérselo.
La montaña es un lugar donde me siento muy cómodo y del que tengo muy buenos recuerdos desde muy pequeño.

Háblanos de Bukaneros Solidarios.
Bukaneros Solidarios es un club madrileño formado por guías con mucha experiencia, afiliados a la ONCE, que tienen gran afición por la montaña. Este club surgió del Grupo de Montaña de la ONCE (GMO) y en el mismo puedes encontrar gente maravillosa, que siempre está dispuesta a ayudar en lo que sea y que comparten los mismos valores y aficiones que yo.
Con ellos hemos hecho múltiples rutas de montaña (dentro y fuera de la Sierra de Madrid). Lo que más me gusta es que siempre hay muy buen ambiente y salir a la montaña son unas risas aseguradas, haga el tiempo que haga.

A lo largo de cuatro veranos has completado el Camino de Santiago, desde Saint Jean Pied de Port hasta su extensión a Finisterre y Muxía. Cuéntanos cómo has vivido esos días.
Lo cierto es que poder hacer el Camino de Santiago con mi padre y Marta (su pareja) fue una experiencia maravillosa e inolvidable, en la que además de recorrernos España de este a oeste, a pie, visitando parajes increíbles, también conocimos a personas estupendas, de la que tenemos recuerdos preciosos, con las que, a día de hoy, seguimos teniendo trato.
Hacer este viaje me enseñó a disfrutar más de lo no material, del momento y también me ayudó a crecer como persona, aprendiendo a ser más autónomo, independiente…
Guille también esquía. Tenía 9 años cuando lo hizo por primera vez y a los 11 años participó en su primera prueba de esquí adaptado. Ha ganado varias medallas en los Campeonatos de España, incluyendo Oro en Slalom y Bronce en Gigante, en 2018, y plata en Slalom en 2020. Desde 2021 forma parte de la Selección Nacional de Esquí de la ONCE.

¿Cómo empezaste en este deporte?
Empecé en el esquí porque Marta, la pareja de mi padre, esquiaba desde pequeña y llevó a esquiar un día a mi padre. Mi padre se empezó a aficionar y decidieron que yo tenía que probarlo para, en caso de que me gustase, poder hacer otra actividad más en la montaña juntos.
Cuando lo probé, me encantó. Desde ahí, empecé a aprender, me metí en el Club Siempre, especializado en enseñar a ciegos a esquiar y prepararlos para competiciones, y empecé a competir hasta el día de hoy.
¿Qué te aporta el esquí?
El esquí como tal, me aporta un sentimiento de adrenalina y velocidad al bajar por las pistas que me encanta. Además, me da buen rollo y buenísimos momentos, risas y diversión.
En el caso de las personas que tenemos alguna discapacidad visual, este deporte fomenta la confianza en el guía y el sentido y la capacidad de adaptación, pues tenemos que tener en cuenta que el esquí adaptado no es un deporte en solitario, sino un deporte de equipo en el que la pareja guía-ciego se convierten en una unidad.
Otra de sus pasiones, como veíamos al principio, es la escalada. Se inició en este deporte a los 11 años y, desde entonces, ha combinado la escalada en roca con los entrenamientos y competiciones en rocódromo. Desde 2018 ha participado en los campeonatos celebrados en Madrid. Un año más tarde, ya incorporado en el Equipo Nacional de Paraescalada, obtuvo la 2ª posición en el Campeonato de España de Paraescalada (en Pamplona).
En junio de este año conseguiste la medalla de bronce en la Copa del Mundo de Paraescalada, en Innsbruck (Austria), y el mes pasado el 4º puesto en la final del Campeonato del Mundo en Moscú.

¿Qué significan estos éxitos para ti? ¿Cómo te prepararas para este deporte?
Para mí, estos éxitos son una dosis de realidad. Me hacen darme cuenta de que los límites se los pone uno mismo y que, con esfuerzo, superación e ilusión se pueden conseguir cosas impensables. Gracias a estas competiciones, conocí lugares increíbles y gente muy grande, tanto en lo deportivo como en lo personal, y el hecho de estar en estas competiciones me anima a seguir entrenando y seguir esforzándome día a día.
Para las competiciones de escalada y para el deporte en sí, me preparo entrenando en rocódromos como el King Kong o el nuevo Sputnik, ambos aquí, en Las Rozas.
Tengo la suerte de contar con Antonio Curiel (Tony) quien me ayuda en los entrenamientos semanales. Además, la Federación Madrileña de Montañismo nos proporciona concentraciones mensuales para hacer simulacros de competición, donde entrenamos con Lucas De Jesús y en la Selección Española podemos contar con el técnico Víctor Esteller que nos ayuda, guía y acompaña a las competiciones internacionales.

¿Cómo es tu día a día?
Mi día a día es totalmente normal, sin apenas diferencias con el día a día de una persona sin discapacidad. Solo hay pequeños aspectos que tengo que adaptar (cocina, tareas domésticas, estudios…), pero no me suponen ningún impedimento.
Es por ello que yo llevo una vida totalmente normal, a pesar de mi ceguera. Esto es gracias a que el entorno en el que vivo y en el que me muevo (familiares, amigos, vecinos, compañeros de clase…) han normalizado la situación y me han ayudado a mí a normalizarla para darme cuenta de que el hecho de ser un chico ciego, no significa no poder llevar una vida normal y corriente.
Al igual que una persona bajita tiene que coger una banqueta para alcanzar algo de una estantería que no llega, yo tengo que hacer otras cosas como poner pegatinas en relieve en la vitrocerámica para poder situar los botones de temperatura. Pero no me supone ningún problema.

También eres aficionado al surf y a la equitación. ¿Tienes tiempo para todo?
Sí, con una buena organización y si te gusta lo que haces, tienes tiempo para todo. El día tiene 24 horas y, si te las distribuyes bien, te da tiempo a estudiar, estar con amigos y hacer un montón de deporte, que en mi caso, es lo que me apasiona.
¿Qué mensaje trasladarías a los niños con alguna discapacidad visual que quieran iniciarse en algún deporte?
A los niños con alguna discapacidad visual que quieran iniciarse en algún deporte les diría una frase bien sencilla: “si te gusta, te apasiona y te apetece, ¡a por ello!”
Como decía antes, los límites se los pone uno mismo y estoy seguro que con esfuerzo, superación e ilusión, conseguirán lo que se propongan. Por todo esto, hay que normalizar y fomentar el deporte adaptado.
Yo cuando decido ir a escalar no pienso en que voy a hacer esa actividad para superarme, la hago porque me apasiona, como cualquier otra persona sin discapacidad. Querer es poder y, si te apetece, adelante. Que el hecho de tener una discapacidad visual no sea un impedimento, que sea una realidad.

Imagino que la ONCE ha sido importante en el desarrollo de tus actividades. ¿Es así?
Sí, desde bien pequeño, los campamentos de verano de la ONCE, las jornadas lúdicas de encuentros de adolescentes con discapacidad visual o las competiciones y eventos deportivos organizados por la ONCE han tenido gran importancia en mi manera de ser actualmente.
Me han ayudado bastante a normalizar la situación y es muy útil porque te aporta un “nuevo punto de vista” o, mejor dicho, un nuevo punto de “no vista”, en el que todo el mundo tiene una historia diferente, pero una situación similar; en la que todo el mundo tiene un algo que aportar para sentirte integrado y luego trasladar eso a la vida cotidiana.
Lo cierto es que mis amigos de la ONCE, que son buenísimas personas, me han enseñado un montón de cosas, pero la que más me han enseñado es a reírme de mi discapacidad para normalizarla, hasta el punto de llegar a hacer entre nosotros chistes de ciegos como “la crema favorita de un ciego es la NIVEA; o a enseñarme que mi discapacidad me hace más capaz en otras cosas.
Recuerdo con especial diversión cuando este verano quedamos seis ciegos en el Retiro e íbamos andando al mismo ritmo, moviendo los bastones de ciego al compás, como si de un desfile se tratase. Íbamos partiéndonos de risa, hasta tal punto que nos dio por coger una barca del Retiro a tres de los ciegos que allí estábamos. Eso es maravilloso.