Permítame, doña Cigüeña María, que hoy les hable sobre usted a mis vecinos de Las Rozas. Somos muchos los roceños que hemos oído alguna vez su historia, no sólo los que crecieron bajo su vuelo, sino también aquellos que un día decidieron posarse en este pueblo para quedarse, tal y como usted lo hizo al despuntar la década de los sesenta del siglo pasado.
Confieso que, aunque oriunda de Las Rozas, desconocía buena parte de cómo llegó a este pueblo y, sobre todo, qué fue de usted. A sabiendas de que la inmensa mayoría de los roceños de hoy en día se preguntan el porqué de su presencia en el escudo de Las Rozas, paso a relatar su historia basándome en las crónicas de Eduardo Muñoz y de José Ramón Sánchez Domingo, ambos vecinos de este municipio.
Larga tradición de cigüeñas en el campanario de San Miguel
Desde tiempo remotos hay constancia de cigüeñas en el campanario de la iglesia de San Miguel. Numerosas parejas de cigüeñas, año tras año, comenzaban a llegar por San Blas, mes de febrero y último del invierno, e iban describiendo de cara a la primavera “majestuosos círculos en vuelo, como queriendo dar un afectuoso abrazo al pueblo con sus inmensas alas desplegadas”. Posteriormente, se situaban en su nido “hieráticas y solemnes, cojuelas de una pata”, saludando alegremente a los roceños “con el rápido y seco crotorar de su largo y rojo pico” (José Ramón Sánchez Domingo. Historia de Las Rozas).
Contaba Eduardo Muñoz que antes de la Guerra Civil, había un párroco llamado don Santos Puertas, que adoraba tanto a las cigüeñas que permitía incluso a los niños ascender al campanario los días de fiesta bajo la promesa de no molestar a las aves. Aquel campanario quedó destruido tras los bombardeos de la Guerra Civil provocando que las antepasadas de la Cigüeña María dejaran de anidar en este pueblo.

El bautizo de la cigüeña de Manolo
Recién comenzada la década de los 60, tras la reconstrucción del campanario, y fieles otra vez a la cita de San Blas, se posó una nueva pareja de cigüeñas. Fue por aquel entonces cuando, en los alrededores de un taller de fundición en el Alto de la Concepción, apareció una cigüeña alicortada. Según Eduardo Muñoz, su incapacidad para volar llamó la atención de un vecino de Las Rozas llamado Manolo, que la recogió y adoptó. Aquel roceño fue conocido desde entonces con el apodo de «el Cigüeño” por tan entrañable acto, y aquella cigüeña, bautizada con el nombre de María, el mismo que la señora madre de “el Cigüeño”.
Es así como usted contó con nombre e historia propia. Desde ese momento, era habitual verla andar, dicen, con largas y pausadas zancadas, como si estuviese de paseo. Cuenta José Ramón Sánchez Domingo que cuando crotoraba era “como si hiciese sonar unas alegres castañuelas o que aplaudía alguna de las ocurrencias de sus amigos los niños”. Gracias a las fotografías de Pablo Gómez Bravo quedó inmortalizada para la historia de este su pueblo.

Cigüeñas blancas, señal de buena suerte
¿Y qué ocurrió después? Pues aquí está el misterio para quien escribe estas líneas porque hay quien dice que un día la cigüeña María apareció muerta y hay quien asegura que usted desapareció un día de fin de año sin que nunca se supiera el motivo.
Tras varios años de ausencia de cigüeñas en el campanario de la iglesia, en 1993 se posó de nuevo una pareja que decidió construir su nido en esta espectacular atalaya. La concejalía de Medio Ambiente decidió entonces colocar otros dos nidales en diferentes puntos del municipio, una iniciativa con la que se pretendía que las cigüeñas blancas, señal de buena suerte, se convirtieran en un símbolo del pueblo.
Un escudo símbolo de hospitalidad y de unión
La historia y la fama de la cigüeña María se prolongó así más allá de su vida, convirtiéndose en un símbolo de la hospitalidad de sus vecinos y del gran atractivo de una localidad en la que los visitantes, como la cigüeña María, deseaban quedarse a vivir para siempre. Este hecho provocó que fuese incluida en el escudo oficial de la localidad, diseñado en aquella década de los 90 del siglo XX por un concejal, aficionado a la heráldica, Manuel López Paraíso, quien ostenta el honor de poseer una calle en Las Rozas, perpendicular a la Cuesta de San Francisco. Así es como la cigüeña María representó la unión entre vecinos y visitantes que se convertían en nuevos roceños. Una unión que se dio incluso en la creación y aprobación del escudo en el Ayuntamiento, si tenemos en cuenta que el Gobierno municipal entonces era de un signo (PSOE) y su creador, concejal de la oposición (PP).
Sin duda, un bonito ejemplo a seguir. ¿No lo cree así, doña Cigüeña María?