Pocos años después de empezar a ser conocido el telégrafo, más concretamente el 2 de octubre 1846, un ingeniero militar llamado José María Mathé Aragua puso en marcha una línea de telegrafía óptica. Esta línea estaba construida sobre otra de 1832 ideada y realizada por el marino español Juan José Lerena y Barry. La primera línea partía de Madrid y llegaba a San Ildefonso (Segovia), mientras que la ampliación de Mathé Aragua, se prolongaba hasta Olazábal en Irún.
Compuesta por un total de 52 torres situadas en puntos estratégicos, la denominada Línea de Castilla formaba parte de una red radial de telegrafía óptica que partía de Madrid. Componían la red los tramos Madrid-Irún; Madrid-Barcelona; Madrid-Cádiz (Isla de San Fernando); y los dos ramales Tarancón-Cuenca y Barcelona-La Junquera.
En aquella época España se encontraba inmersa en las guerras carlistas. La que más influyó en el devenir de este megaproyecto de unir capitales de provincia fue, sin duda, la segunda guerra carlista, entre 1846 y 1849. De este modo, se intentaron abaratar costes instalando el aparato en edificios del Estado, torres de iglesias o ermitas, castillos o casas fuertes.

Características de las torres
Existían algunos requisitos que debían reunir estas instalaciones:
- La distancia entre torres no debía superar las tres leguas (unos 14 km).
- Debían emplazarse en zonas deshabitadas cercanas a poblados (cerros, montes, etc).
- Debía poderse ir de torre a torre por las carreteras o caminos existentes.
- Los edificios construidos, debían de tener configuración defensiva. El hueco de entrada tenía que estar situado a más de dos metros desde la base y existir la posibilidad de retirar desde el interior la escalera de acceso a la torre.
Las seis torres principales de la Línea de Castilla se encontraban dentro de la actual Comunidad de Madrid, que en aquella época estaba adscrita a la región de Castilla La Nueva.

Los torreros
Servían como escuela para los llamados torreros además de como base para la construcción del resto de torres de las líneas. Los torreros, debían conocer perfectamente el sistema que se empleaba para el envío de mensajes, ya que eran los únicos que podían hacer uso de estas instalaciones del Estado, cuyo acceso no estaba permitido a la población general.
Los mensajes debían avanzar de retaguardia, torre desde la que llegaba el mensaje, a vanguardia, torre siguiente que debía repetir el mensaje.
Dependiendo del código, se sabía que el mensaje debía llegar al final de la línea o a una torre en concreto. Este código alfanumérico, cuyo encargado de descifrar o codificar era el comandante de línea, se formaba mediante la posición de los indicadores en los bastidores.
Torres cercanas aún visibles
Las torres de telegrafía óptica más cercanas a nuestro municipio y aun visibles, son:
- Torre nº 5: Cerro Cabeza Mediana en Moralzarzal, mas conocida como Cerro del Telégrafo. Visible desde varios kilómetros a la redonda como un punto claro en lo alto del cerro. Llamada Torre de Monterredondo, fue restaurada en el año 2008 a partir de los planos del mismo Mathé.

- Torre nº 4: Navalapiedra. Situada en el risco del mismo nombre, el que estuviera habitada hasta hace poco ha evitado su ruina y desaparición. No tiene su aspecto original, ya que se abrió una entrada a nivel del suelo y se cubrió con un tejado a cuatro aguas.

Y llegamos a la Torre nº3: Las Rozas
En el punto más alto de nuestro municipio existía una torre de telégrafo óptico, una de las 52 de la Línea de Castilla. Presentaba el mismo aspecto que el resto de las torres construidas según las especificaciones de Mathé. Se encontraba en lo que hoy en día es la Urbanización El Henar, junto al puesto de Cruz Roja Las Rozas-Majadahonda, la Urbanización La Quinta del Sol y el Colegio Cristo Rey.

La torre de Las Rozas estaba en línea visual con la situada en Aravaca, construida en la zona del Hospital de La Zarzuela. Ésta, a su vez, se situaba en visual con la del Cuartel de Conde Duque, que comunicaba, por su parte, con el inicio de línea ubicado en la Real Casa de Correos. El bastidor de mensajes de esta última se encontraba encima del famoso reloj de la Puerta del Sol.
No hay imágenes del aspecto real de la torre que perduró hasta la guerra civil. De hecho, en sus aledaños se libró una cruenta batalla en 1937 para lograr consolidar y conquistar la Posición Telégrafo, quedando en pie la caja del edificio mientras que su interior y la cubierta fueron completamente destruidas. Según las memorias del militar soviético Aleksandr Ilich Rodimtsev, asesor de Enrique Lister, y que lo transcribe Javier M. Calvo en su blog Frente de Batalla, el edificio constaba de cuatro plantas y una puerta a ras de suelo.

Restos borrados para construir
A mediados de los años 40 los restos de la torre fueron derruidos por un particular que compró la finca donde se encontraba para edificar un chalet. En los años 70 se vendería para construir una urbanización.
Aunque la idea del telégrafo óptico llegó con fuerza, no vieron que un tsunami llamado telégrafo eléctrico llegaba con más fuerza aún y con la idea de quedarse. Apenas fueron 10 años de vida de los telégrafos ópticos, 7 años en el caso de la línea Madrid-Valencia.
La seguridad y mejores cualidades del eléctrico dejaron obsoleto en poco tiempo al óptico. Los mismos impulsores fueron los primeros en darse cuenta y ver las maravillas del modelo que se estaba imponiendo en toda Europa. En el telégrafo óptico un mensaje podía tardar hasta 6 horas en llegar de Madrid a Irún.
Al verse sin el mantenimiento necesario, las torres sufrieron una rápida degradación, tanto por efectos atmosféricos, como por el saqueo de los materiales para construir otros edificios.
Sin el efecto del frente de la guerra civil en la torre, quizás hoy en día tendríamos otro reclamo turístico en Las Rozas, como tienen con este tipo de edificios los municipios que han sabido ver un valor cultural en las antiguas torres de telegrafía óptica.
Por David Martín para Meet Las Rozas