Hace unos días comencé a anhelar lecturas que me transmitieran buenos sentimientos. Fue entonces cuando recordé la calidez que me inspiró Fannie Flagg con Tomates Verdes Fritos (1987).
Dicha historia entrelaza recetas útiles para una buena vida con historias de un pequeño pueblo de Alabama durante la primera mitad del siglo XX.
La importancia de enfrentarse a nuestros propios sentimientos
Si hay algo más melancólico que llegar al punto y final de un buen libro es, sin duda, recordar el momento en el que lo habías leído por primera vez. A día de hoy, esta historia vive en mí con forma de collage de recuerdos, recortes de periódicos y una dulzura narrativa.
La novela se centra en su sentido más puro y profundo en reflejar la lucha sentimental interna por medio de la historia de Evelyn, una mujer sureña de mediana edad que se enfrenta a una crisis cuando se da cuenta de que se odia a sí misma y a su limitada vida.
La historia de Evelyn, a su vez, se entrelaza con la historia de Whistle Stop en Alabama, cuando conoce a la anciana Sra. Threadgoode en una residencia de ancianos. Semana a semana, nuestra protagonista visita a la señora para escuchar de corazón las historias sobre esa curiosa cafetería.
Estas historias revelan una comunidad centrada en un café dirigido por dos mujeres, Idgie y Ruth, cuyo amor y vidas son todo menos convencionales, pero que ofrecen refugio a los necesitados, a menudo en forma de una comida caliente y una taza de café humeante.
A medida que la Sra. Threadgoode comparte más y más recuerdos de Whistle Stop y recuerda muchos detalles de su larga vida, Evelyn reconoce las limitaciones que ha permitido que la restrinjan y, siguiendo el ejemplo de Idgie y Ruth, se cultiva a sí misma y a su futuro.
Algo más que una cafetería
La novela profundiza en muchas historias duras, desde las realidades de la raza en Alabama en la década de 1920, hasta la epidemia de personas sin hogar de la década de 1930 y más allá. Pero, de manera única, describe un mundo en el que los miembros de la comunidad se unen para apoyarse unos a otros a través de dolorosas pérdidas familiares y pobreza. Incluso cuando los tiempos cambian y Whistle Stop casi desaparece, el espíritu de su gloria anterior sigue vivo en las historias de la Sra. Threadgoode. Tomates Verdes Fritos demuestra que una historia puede, de hecho, tener un poder inspirador en la vida de extraños, y que una buena historia junto con una amistad auténtica puede ser suficiente para sacar a cualquiera de nosotras de nuestra melancolía y crisis internas.
Sin duda alguna, Flagg logra no solo un espléndido viaje culinario de la cocina casera sureña sino que trae un poco de la cultura y el carácter de la inclusión y la autenticidad de Whistle Stop Cafe a nuestras propias vidas.
