Las sociedades actuales facilitan el acceso a alicientes y reforzadores de manera constante e inmediata a través del consumo. Aunque pudiera parecer, los juegos de azar no son una realidad moderna, hay muestras que datan su existencia en China y Egipto hace unos 5000 años. A pesar de ello, la primera consideración como trastorno psicopatológico -el juego patológico- tiene poco más de 40 años (DSM-III, 1980).
A través de su legalización y proliferación en contextos de incertidumbre, cada vez más gente jugará y desarrollará problemas con este tipo de juegos. De hecho, el crecimiento a lo largo del 2020 superó el 13% y se estima en torno al 30% en Europa en poco más de 4 años.
Todos hemos jugado a las cartas, “echado” una quiniela o comprado décimos en Navidad. La diferencia (no deja de ser una sutil frontera) que situamos entre el jugador social y el patológico es el control voluntario (capacidad de dejar de jugar cuando quiera).
En el jugador patológico no sólo es visible una conducta en el juego, sino un abandono de elementos de extraordinaria importancia a nivel personal, familiar, laboral o social. Si bien el síntoma lo porta el jugador, muchas son las familias destrozadas con las consecuencias. Este tipo de jugador genera una dependencia emocional y una pérdida de control tanto en frecuencia como en inversión, siendo incapaz de resistir los impulsos de jugar.

Principales rasgos patológicos
Según Fernández-Alba y Labrador (2002), los principales rasgos patológicos del trastorno son:
- -Incapacidad reconocida para resistir el impulso.
- -Incremento de la tensión física y psicológica.
- -Placer asociado a la conducta del juego.
Si bien todos podemos intuir cómo podemos empezar a perder el control, conviene ilustrar las fases (Lesieur, 1984): se inicia con un divertimento inocente -un pasar el rato- a partir del cual los reforzamientos hacen que se aumente la frecuencia. Con la acumulación de pérdidas -la banca siempre gana- aparece el juego como única solución. Finalmente, la espiral de apuesta hace que se desatienda todo lo que no tenga que ver con el juego.
Una de las grandes preguntas es por qué juega el jugador patológico. La respuesta, como en la mayoría de los trastornos, es multifactorial y no suele obedecer a un factor único. La mayoría de los factores estudiados (socioculturales, de edad, sexo, precedentes) presentan una escasa relevancia o resultados contradictorios con poca consistencia, como la personalidad o los factores biológicos. Esto no implica que no sean factores a tener en cuenta o que carezcan de importancia, pero no suelen ser determinantes.
Desde un punto de vista de la psicología de la conducta, un reforzamiento intermitente (ahora sí, ahora no) como el de los juegos de azar produce altas tasas de emisión de la conducta y una elevada resistencia a la extinción. Lo que primero se caracteriza por ser un reforzamiento positivo termina siendo uno negativo (evitar un estado desagradable). Si la conducta de jugar no se lleva a cabo, provoca un incremento de la activación (síndrome de abstinencia) y una tensión subjetiva.
Desde un punto de vista fisiológico, la reacción cerebral es prácticamente idéntica cuando se gana que cuando se pierde por muy poco. De hecho, las máquinas se diseñan para que la derrota sea por poco.
El abuso del juego parece depender directamente de las características del juego y el acceso y facilidad para practicarlo (apuestas bajas, premios inmediatos ….) que generan una ilusión de control.

Pensamientos irracionales
Finalmente, la explicación con mayor evidencia sustenta que el que juega tiene ciertos pensamientos irracionales (sesgos cognitivos) frente a la realidad. Estos sesgos se constatan en las verbalizaciones durante el juego o a través de autoinformes solicitados en terapia. Entre los más frecuentes se encuentran:
- –Ilusión de control: creer que el resultado depende de uno mismo, así como sentirse con la capacidad de predicción o contar con la suerte como un aliado.
- –Azar como proceso autocorrectivo: la siguiente vez saldrá bien (porque se ha presentado demasiadas veces el evento contrario).
- –Sesgo de explicaciones: aunque los resultados vayan en contra, cree que lo sabía, que contaba con ello de algún modo.
- –Atribución flexible: se atribuyen los éxitos a acciones propias y los fracasos a causas externas. Al perder no considerar que se pierde, sino que no se gana por poco.
- –Correlación ilusoria: pensar que ciertas conductas (vestimenta, amuletos, movimientos…) pueden influir sobre el resultado. Es importante diferenciar de una causa, que sí tendría una relación directa.
- –Heurístico de disponibilidad: se recuerdan los episodios de ganancias y se juzgan como los más probables.
Pero todos tenemos esos sesgos a la hora de situarnos frente a los juegos de azar. ¿Entonces? Los jugadores patológicos tienen un elevado número de pensamientos irracionales (97%) frente a las personas sin problemas en el juego (83%). El desarrollo y mantenimiento de la conducta del juego patológico es determinado por la presencia de pensamientos irracionales, pero no son exclusivos de los jugadores. Así, no es porque tengan sesgos, sino porque tienen más y algunos especiales.
Para la adquisición de la conducta es determinante la oportunidad de jugar y la presencia de reforzadores en los momentos iniciales. Para mantenerlo en el tiempo, es fundamental la presencia de pensamientos irracionales. En resumen: existen casas de apuestas cerca (u online) que facilitan el acceso, se obtienen reforzadores inmediatos (bono de bienvenida) y permiten el desarrollo de pensamientos irracionales.
Como podéis ver a través de estos pasos, es bastante sencillo poder iniciarse en el juego, pero también acabar con esta situación desde el ámbito público.
¿Qué pasa si voy a consulta?
Como en la mayoría de los casos, lo primero será llevar a cabo una entrevista y análisis funcional para poder ver qué factores mantienen esa conducta en la actualidad. En estos casos concretos conviene alejarse de profundidades psicoanalíticas. A continuación, suelen medirse ciertas respuestas mediante cuestionarios (SOGS, NODS …) o autorregistros que lleva a cabo el propio paciente.
Con sus ventajas y desventajas que superan la intención de nuestro artículo para Meet Las Rozas y en función de las características de la persona, algunas indicaciones, grosso modo, a lo largo del proceso serían:
- –Abstinencia completa o juego controlado.
- Desensibilización sistemática.
- Reducción de estímulos y exposición (aprender y reforzar otras conductas).
- Autocontrol (suelen ofrecerse técnicas y herramientas específicas).
- -Incorporación a grupos de autoayuda.
- –Tratamiento farmacológico (neurolépticos o antidepresivos para disminuir el impulso).
- –Entrenamiento en la solución de problemas y toma de decisiones.
- –Prevención de recaídas.