Las guerras, hambrunas y pandemias han asolado poblaciones a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, en pocos momentos ha aparecido una narrativa individualista como la que nos propone el sistema neoliberal. El individuo aparece por encima de cualquier escenario de la vida social y comunitaria, y esto tiene consecuencias.

Roseto es una población fundada por inmigrantes italianos provenientes de una localidad junto a los Apeninos llamada Roseto Valfortore. Situada en el estado de Pensilvania, es rica en piedra de pizarra, por lo que los nuevos habitantes podrían ganarse la vida en sus canteras. Como la mayoría de las poblaciones, contaban con los servicios de un médico quien, tras observar una serie de datos, alertó de la situación al doctor Stewart Wolf, por aquel entonces jefe del departamento de Medicina de la Universidad de Oklahoma. Los habitantes de Roseto apenas sufrían enfermedades cardiovasculares (Stout et al., 1964). Comenzaron a realizarse estudios y revisiones de los distintos parámetros médicos, hábitos de vida, genética, influencia geográfica… Nada (Wolf et al., 1992).

El doctor Wolf decidió contar con el apoyo del sociólogo John Bruhn y juntos observaron que existía una estructura social especialmente cohesionada. Contaban con 22 organizaciones cívicas para una población de en torno a las 2.000 personas, en las casas convivían varias generaciones y los ancianos formaban parte plenamente de la comunidad. Finalmente, apenas existía la competición interpersonal, quedando anuladas en gran parte posibles desigualdades. En las comunidades cohesionadas se reduce la incidencia de enfermedad cardiovascular (Eliot, 1994).

Efecto de las relaciones interpersonales

Con la visión actual, puede parecernos una historia trasnochada o sin apenas efectos perceptibles en un mundo completamente globalizado. Sin embargo, un artículo publicado por The Lancet, demuestra cómo un factor determinante a la hora de medir las consecuencias de la pandemia han sido la cohesión social y la sensación de liderazgo, es decir, las relaciones interpersonales.

El profesor Joseph Dieleman, del Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, afirma que, si todos los países tuvieran tanta confianza interpersonal como Corea o confianza en el Gobierno como Dinamarca, las tasas de infección por Covid podrían ser hasta un 40% más bajas. Por ejemplo, en Estados Unidos, el 90% de los votantes demócratas tienen al menos una dosis de la vacuna, mientras que, en el bando republicano, no llegan al 65%. (Tyson y Funk, 2022). Esto implica que gracias a los avances científicos podemos conocer con detalle la forma en la que se propaga y reproduce un virus, pero de nada sirve si no cumplimos con las medidas sanitarias.

Finalmente, se puede demostrar una vez más cómo las relaciones humanas basadas en la igualdad tienen efectos beneficiosos sobre nuestra salud. Y a la inversa.

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