Por José Antonio Sánchez Gómez y Gonzalo Sánchez Toscano, exconcejales del Ayuntamiento de Las Rozas
Hay una parte de la historia política de Las Rozas que, hoy en día, resulta muy desconocida para la mayoría de los vecinos. Entre 1979 y 1983, antes del gobierno socialista de Jesús Zúñiga, tres alcaldes marcaron el inicio democrático del Ayuntamiento de Las Rozas. Concretamente, dos del PSOE, Benito Garrido Turrillo y Luis Schacke de Miguel; y uno del Partido Comunista de España (PCE), Doroteo Lázaro Mingo.
En Las Rozas, como en todos los municipios de España, el 3 de abril de 1979 fue una fecha histórica. Aquel día se celebraban las primeras elecciones municipales democráticas después de la muerte de Franco. Tras décadas de dictadura, por fin los vecinos y vecinas podían elegir a sus representantes para gobernar el Ayuntamiento. Y por fin, también, muchas gentes corrientes que habían sufrido la clandestinidad y la represión, podían dar el paso y presentarse, en igualdad de condiciones que el resto, para ser alcaldes o concejales de sus municipios.
Las Rozas era un municipio muy diferente del que es hoy. Con menos de 9.000 habitantes, presentaba una composición social e ideológica similar a la del resto de la Comunidad de Madrid, entonces claramente orientada hacia la izquierda. El PSOE ganó las elecciones con un 30,7% y 4 concejales; seguido por UCD (22,6%, 3 concejales); un partido independiente de Las Matas (19,1%, 3 concejales); el PCE (17,2%, 2 concejales); y Coalición Democrática, que aglutinaba a Alianza Popular y otros partidos (9,69%, 1 concejal).
Gobierno de coalición, Benito Garrido y Doroteo Lázaro
El porcentaje obtenido en aquellas elecciones por el PCE sigue siendo, a día de hoy, el mayor obtenido por una candidatura a la izquierda del PSOE en unas elecciones municipales en Las Rozas. Los dos concejales electos fueron Doroteo Lázaro Mingo, de 60 años, y José Antonio Sánchez Gómez, de 28. El primero llegó a ser alcalde de Las Rozas en aquella peculiar legislatura. El segundo fue el concejal más joven de aquella corporación, hoy vive en Valladolid y es uno de los firmantes de este artículo.

Tras las elecciones, se formó un gobierno de coalición con Benito Garrido, del PSOE, como alcalde y Doroteo Lázaro, del PCE, como primer teniente de alcalde. A los seis meses de legislatura Benito Garrido presentó la dimisión por razones personales, sin dejar de ser concejal. El Pleno eligió entonces como alcalde a Luis Schacke, que había ocupado el segundo lugar en la lista electoral del PSOE.
No obstante, aquella democracia aún era muy joven y ni siquiera los procedimientos electorales estaban claros. La UCD presentó un recurso contra el relevo en la alcaldía ante el Tribunal Supremo, que fue desestimado definitivamente en julio de 1981. En el periodo intermedio entre la admisión del recurso y su desestimación, Doroteo Lázaro asumió oficialmente la alcaldía de Las Rozas.

Andrés Vergara, Doroteo Lázaro y María García Acevedo.
Años de clandestinidad
Doroteo Lázaro Mingo nació en Torrelodones en 1919, en una familia campesina que poco después de su nacimiento fue a vivir a Las Rozas. En la Guerra Civil, con 17 años, se afilió a la Juventud Socialista Unificada y se alistó como voluntario en las milicias campesinas. En noviembre de 1936 fue herido en el frente en Boadilla del Monte y estuvo hospitalizado durante más de un mes.
Terminada la Guerra Civil, trabajó en la replantación de pinos en la Dehesa de Navalcarbón. El resto de su vida profesional la desarrolló en el sector de la construcción. Políticamente, en la posguerra mantuvo su militancia en el Partido Comunista de España, en la clandestinidad. Fue detenido en tres ocasiones, la primera de ellas en 1944. Su detención más larga le supuso una pena de cárcel de cinco años. Doroteo Lázaro le narró a José Antonio Sánchez las torturas que sufrió en aquella época, que llegaron a deformarle las uñas. A pesar de la represión sufrida por sus ideas políticas, Sánchez le recuerda como “un camarada ejemplar que no tenía rencor en sus palabras”.

El 23F, el miedo en el cuerpo
Durante el breve periodo en que Doroteo Lázaro fue alcalde tuvo lugar el momento más difícil del proceso de democratización de España: El golpe de estado de Antonio Tejero del 23 de febrero de 1981. Un momento trágico y alarmante para todo un país que vio volver por unas horas los peores fantasmas de su pasado reciente, que además para un alcalde comunista como Doroteo podía tener trágicas consecuencias personales.
Apenas tres meses después del 23F, en mayo de 1981, el alcalde Doroteo Lázaro Mingo se dirigía a los vecinos de Las Rozas a través del Boletín Municipal, con estas palabras:
“Debemos, obligatoriamente, hacer un balance de nuestra gestión, de los problemas encontrados y de los pasos que hemos dado hasta ahora. Debemos abrir un diálogo fructífero con nuestros vecinos. Debemos construir un proceso democrático en nuestro término municipal, donde la crítica constructiva, el análisis de fondo y la colaboración mutua sean constantes, con el fin de hacer de Las Rozas un pueblo mejor. Corporación y vecinos, todos unidos, respetando tolerantemente todas las ideas, siempre que ellas también impulsen el carro de la democracia reconciliadora que nos permita alcanzar cotas más altas de calidad de vida. Reciban, estimados vecinos, los deseos de paz y progreso para todos”.
En julio de 1981, tras la sentencia firme del Tribunal Supremo, Luis Schacke tomó el relevo de la alcaldía. Pocos meses después, a finales del mismo año, Doroteo Lázaro Mingo falleció por una afección cardiaca.
Las palabras y la biografía política de Doroteo Lázaro son el mejor reflejo en Las Rozas de una generación de la izquierda que sufrió en sus propias carnes la represión de la dictadura, y que después contribuyó con sus esfuerzos, anhelos, riesgos e ilusiones a construir una sociedad mejor, plural, libre y democrática.
Sirva este artículo como homenaje a él, y a tantos como él.