Aunque muchas personas tienen conocimiento de lo que es la diabetes, conviene hacer un pequeño resumen. Es una enfermedad en la que los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre se encuentran elevados. La glucosa se adquiere de los alimentos, de manera que al comer se absorbe y aparece en sangre. Esto significa que cada vez que comemos, se elevaría la cantidad de glucosa en la sangre. La naturaleza ha puesto el remedio: el páncreas segrega una hormona, la insulina. Esta hormona hace que la glucosa entre a las células aportándolas energía. Cuando falla este mecanismo, se produce la diabetes, que se distinguen dos tipos (figura 1):
- Diabetes tipo 2: la más común, el cuerpo no produce o no usa la insulina de manera adecuada. Sin suficiente insulina, la glucosa permanece en la sangre.
- Diabetes tipo 1: el cuerpo no produce insulina.

En realidad, a corto plazo la diabetes no representa un peligro potencial para el organismo, ya que ‘está diseñado’, en general, para los descensos de las variables. Por ejemplo, se produce un descenso de la presión de la sangre, la persona se marea, pierde la estabilidad, se cae y se da con una piedra en la cabeza y se puede ir al ‘otro barrio’. Igualmente, si la glucosa desciende considerablemente, una persona también se puede ir al ‘otro barrio’. No obstante, la diabetes es peligrosa por los potenciales efectos muy graves a largo plazo. El exceso de glucosa en la sangre puede dañar los ojos, los riñones, los nervios y el sistema cardiovascular.
Ejercicio y diabetes
De esta breve y simple descripción de la diabetes se deduce la contestación a la pregunta del enunciado: ¿Debo hacer ejercicio? Naturalmente que sí. Veamos brevemente algunas razones, deducidas de lo señalado:
- Como se ha señalado, la glucosa proviene del alimento. Por consiguiente, el diabético debe de guardar una dieta escrupulosa.
- Se sabe que durante el ejercicio, el organismo en general y la musculatura en particular utilizan el azúcar. Por tanto, el organismo del diabético tenderá a utilizar la glucosa de la sangre.
- Como consecuencia, dieta y ejercicio son dos herramientas básicas del enfermo de diabetes. Como se indica, son herramientas, no la solución. Esta proviene de la medicación que le prescribe el médico.

Efectos positivos del ejercicio en el diabético
El lector se preguntará, si es tan evidente el efecto positivo de dieta+ejercicio, ¿por qué los enfermos de diabetes son tan poco propensos a utilizar ambas herramientas, pero principalmente el ejercicio. Dos son las razones:
1ª) La mayoría de los diabéticos son personas de hábito sedentario, de manera que el ejercicio les parece un verdadero sacrificio.
2ª) La formación e interés de los profesionales sanitarios por el ejercicio es, cuanto menos, escasa. En muchos casos se piensa que hacer ejercicio tiene riesgo para el diabético, pero eso se evita realizando unas pautas de entrenamiento correctas.
La realidad es que están más que demostrados los efectos del entrenamiento en el organismo del diabético. A continuación se destacan los efectos más importantes sin hacer distinción entre los dos tipos de diabéticos, si bien esta más consolidada la información de la diabetes tipo 2:
- Musculatura: mayor fuerza, mejor irrigación, mejora de la elasticidad.
- Sistema óseo: mejora de la mineralización.
- Metabolismo y endocrino:
- -Mejora del control de la glucemia.
- -Mejor utilización de las grasas elevando el colesterol “bueno” y disminuyendo el colesterol “malo”.
- -Disminución del peso corporal.
- -Disminución de los requerimientos de glucosa.
- Cardiovascular: mejora de la función cardiaca y descenso de los valores de presión arterial.
- Psicológicos: sensación de bienestar.

Pautas generales de entrenamiento en los diabéticos
Llegados a este punto, parece natural preguntarse qué pautas de entrenamiento son aconsejables para el diabético. Lo primero de todo es saber en qué condiciones físicas se encuentra. Esto es esencial, pues, aunque infrecuente, un diabético puede solicitar realizar deportes de alta exigencia, pues es aficionado, por ejemplo al alpinismo. Para eso lo mejor es acudir a las recomendaciones de grupos de expertos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Sin embargo, como lo más frecuente es que estos enfermos sean sedentarios, las recomendaciones de entrenamiento deben de ser graduales. A continuación se exponen las pautas de entrenamiento de forma sencilla:
1º) Modalidad o tipo de ejercicio. Aunque se ha discutido la necesidad de realizar la modalidad de fuerza, a mi juicio no lo veo absolutamente necesario. Por consiguiente, el ejercicio aeróbico (caminar, trotar, carrera, ciclismo, por ejemplo) se relaciona con un mayor consumo muscular de glucosa y tiene, por lo tanto, un mayor efecto hipoglucemiante. Éste es el tipo de ejercicio tradicionalmente recomendado en DM2.
2º) Frecuencia de entrenamiento a la semana. 3 días/semana, hasta alcanzar 5 dias/semana, no estando mas de 2 días sin entrenamiento
3º) Intensidad y tiempo en cada sesión de entrenamiento: Lógicamente son dos variables de relación inversa: a mayor intensidad menor tiempo de entrenamiento en cada sesión. La mejor manera de establecer la intensidad es a través de la fórmula: Frecuencia cardiaca máxima (FCmax) = 220–edad.
De esta manera se considera la siguiente relación intensidad/tiempo en cada sesión, incluyendo las fases de calentamiento y enfriamiento:
- intensidad leve (< 50% de FCmáx)/90 minutos
- moderada (50-70% de FCmáx)/50 minutos
- elevada (> 70% de FCmáx)/35 minutos.
4º) Progresión del entrenamiento. Iniciar el programa con intensidades ligeras (< 40% de FCmáx). Por ejemplo 1-2 sesiones/semana de 20-40 min las primeras 2-6 semanas y progresar primero en frecuencia, luego en volumen y duración, y posteriormente incrementar la intensidad utilizando la fórmula anteriormente señalada
La hipoglucemia, peligro potencial de la relación diabetes-ejercicio
Además de estas pautas generales, una cuestión es fundamental: preservar el organismo de un descenso del azúcar en sangre, es decir, que tenga una hipoglucemia. Como anteriormente se ha comentado, el organismo está preparado para los descensos de las variables fisiológicas. Parece natural pensar, que al hacer ejercicio, si la medicación no está ajustada adecuadamente, el enfermo diabético puede tener una hipoglucemia, al producirse un mayor consumo de azúcar durante el ejercicio. La figura 2 muestra de forma simplificada el proceso de la hipoglucemia en relación al ejercicio.


Nótese como la sintomatología tan variada es claramente una ‘advertencia’ de nuestro sistema nervioso al peligro potencial que supone la instauración de una hipoglucemia. Igualmente, en la figura se muestra cómo este estado puede ser consecuencia de una desajuste del tratamiento, dejando de lado la dieta, elemento clave en el diabético.
Ajustar el tratamiento
Por consiguiente es labor del “equipo sanitario” determinar en qué condiciones se puede desencadenar la hipoglucemia. Concretamente debería ser el médico el que debería ajustar el tratamiento. No obstante, de forma muy global, y dado que, desgraciadamente, es difícil que trabajemos en equipo, las normas de la Asociación Americana de Diabetes indican lo siguiente:
- Glucosa en sangre capilar < 100 mg/dl: tomar un suplemento de 15-30 gr (de 0,2 a 0,4 gr/Kg de peso) de hidratos de carbono (HC) de absorción rápida unos 15 min antes de iniciar el ejercicio. Si el ejercicio es prolongado es posible repetir la pauta para evitar la hipoglucemia.
- Glucosa en sangre capilar 100-150 mg/dl: no es necesario ingerir carbohidratos a no ser que se prolongue el ejercicio aeróbico una hora, en cuyo caso segur la pauta anterior.
- Glucemia capilar 150-250 mg/dl: se puede hacer ejercicio pero sin bajar los niveles a 150 mg/dl.
- Glucosa en sangre capilar 250-350 mg/dl: no hacer ejercicio hasta estabilizar los niveles de glucosa a 200 mg/dl o incluso menos.
- Glucemia en sangre > 350 mg/dl: no hacer ejercicio.
En conclusión, el entrenamiento físico es una herramienta imprescindible en el tratamiento de la diabetes por los efectos positivos mencionados. No obstante, al ser, en general, los diabéticos personas sedentarias, conviene que el entrenamiento sea motivante.
Dada la estructura sanitaria y ante la imposibilidad de un trabajo integrador, el médico debe indicar las pautas generales del entrenamiento y el entrenador formarse. De forma general, se debe entrenar ejercicio aeróbico cinco sesiones/semana e ir aumentando la intensidad poco a poco, de manera que el tiempo de cada sesión sea inversamente proporcional a la intensidad.