Nuestra intención, a través de estos artículos, es explicar, de manera amena y rigurosa algunos de los elementos que generan un impacto positivo en nuestro bienestar.

Basándonos en las últimas publicaciones de las universidades de Sidney (Positive Psychiatry and Mental Health); Yale (Science of Well-Being); y Harvard (Positive Psychology), pudimos revisar en un primer lugar las distorsiones cognitivas.

La pandemia actual que nos asola, lejos de anular nuestra intención, podrá servirnos de guía y ayuda a la hora de desarrollar estos factores. En el primer artículo, añadimos junto con las distorsiones el factor terapéutico de la aceptación.

Universidad de Helsinki y Tolstoi

Un estudio de la Universidad de Helsinki muestra y analiza la similitud de las emociones ante los acontecimientos felices y las diferencias de los más negativos (Mattsson et al., 2020). Casi 150 años antes, Tolstoi iniciaba magistralmente su obra Ana Karenina de la siguiente forma: Ttodas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada».

Nos encontramos entre la espada y la pared. Por un lado, las noticias nos impregnan de dolor y muerte. Por otro, principalmente en los contextos laborales, nos encontramos con la felicidad por todos lados. Con una idea de lo que pensamos de nosotros mismos (autoimagen) y del mundo que nos rodea. Incluso, en medio de esta pandemia, estamos obligados a presentarnos como una suma de aptitudes que nos permitan ser válidos (aprovechar el confinamiento, reinventarnos …). En caso contrario, personas adultas perfectamente sanas pasan a ser diagnosticadas si no se adaptan. Parece que realmente estas técnicas perpetúan el problema y generan la necesidad de solución.

Buscamos el origen

Como buenos occidentales, intentamos determinar enérgicamente el origen de todos nuestros problemas, incluida nuestra famosa pandemia. De inmediato, surgen los primeros grupos que verán las mejores cualidades en ellos y las peores en los demás (Teoría de la Identidad Social de Tajfel). ¿Pangolín o laboratorio chino? Si nos alejamos hacia oriente, desde la filosofía budista, la naturaleza de Buda se refiere a una mente benévola y no agresiva. La resolución de cualquier conflicto o sufrimiento vendría por volver a esta naturaleza.

Las personas sufrimos. Nos enfrentamos en muchas ocasiones al dolor psíquico a través de nuestras emociones; pensamientos negativos; o recuerdos desagradables. Incluso, nuestra historia vital nos trae en más de una ocasión momentos de desasosiego. Cualquier dolor tiene una historia. Y no se trata de deshacernos de él de un día para otro. Además, en el plano terapéutico, aporta una información muy valiosa.

Terapia de Aceptación y Compromiso

A partir de aquí, la Terapia de Aceptación y Compromiso sugiere que muchas de las herramientas que utilizamos para aliviar nuestro sufrimiento y acabar con nuestro malestar, lejos de aminorarlo, nos sitúen en una trampa donde incluso se agranda. Pero, también damos por hecho que no nos gusta sufrir, así que debemos aplicarlo con cierto sentido.

Cuando nos vemos inmersos en la lucha frente al sufrimiento, a menudo dejamos en suspenso el resto de nuestra vida. Pensamos que primero debemos eliminar cualquier atisbo de este dolor o sufrimiento. La aceptación promueve poder seguir adelante en presencia de nuestro dolor. Frente a la constante evitación, la aceptación

Está demostrado que el intento de supresión de un pensamiento únicamente logra que éste desaparezca durante un período de tiempo para, posteriormente, aparecer con mayor frecuencia (Dan Wenger, 1994). Incluso a quienes entendemos por personas perfectamente sanas y que no dan vueltas y vueltas a las cosas, también experimentan pensamientos intrusivos (Purdon y Cardk, 1993). La diferencia es que las personas con pensamientos obsesivos dedican un mayor esfuerzo a no pensar en tales pensamientos (Marcks y Woods, 2005). Parece claro que darle muchas vueltas no es la solución. Y evitar las propias vivencias puede llevar a dificultades de pensamiento en el largo plazo (Hayes, Masuda y otros, 2004). 

Resistencia al cambio

Pero tampoco somos ingenuos. Ni la comprensión ni la aceptación nos alejarán demasiado de nuestro sufrimiento. Sin embargo, no lucharemos como locos frente a acontecimientos que estén lejos de nuestro control. Parece directamente relacionado que para limitar nuestro sufrimiento será necesario comprender su causa fundamental: la resistencia al cambio.

Como decíamos al inicio, el sufrimiento es una parte ineludible de nuestra naturaleza por lo que cambiar nuestra perspectiva puede ser una de las herramientas más eficientes para afrontar los problemas o catástrofes en las que nos veamos inmersos. Pero también es posible que incluso cambiando nuestra perspectiva nos sintamos huérfanos de significado y nos resulte insoportable. Únicamente podemos proceder a este tipo de reflexiones en los periodos posteriores a la experiencia. Para muchas personas las creencias religiosas sirven de estrategia para gestionar la vulnerabilidad que vivimos ya sea de forma constante y sutil o mediante experiencias transformadoras. Incluso sin creencias podemos desarrollar una espiritualidad en base a valores como la amabilidad o la bondad con los demás, permitiéndonos actuar en comunidad sintiéndonos parte de algo dando cierto sentido a nuestra existencia. 

En resumidas cuentas y dando por hecho que la aceptación puede ser uno de los pilares de nuestro bienestar (y más en la situación actual), podemos intentar:

  • Reducir la cantidad de información. Según la American Psychological Association, la sobreexposición tiene efectos sobre nuestra salud (Garfin, D.R., 2020).
  • Reflexionar sobre el origen de nuestro malestar más allá del contexto (Hayes, 2020).
  • Evitar la rumiación de pensamientos (los registros pueden ser útiles)
  • Seguir nuestras actividades con rutinas (dentro de lo permitido)