¿Castrar o no castrar? El eterno dilema para los compañeros de los miembros de cuatro patas. Castrar es el término médico que hace referencia a la eliminación quirúrgica de las gónadas (ovarios y testículos).
Este procedimiento tiene ventajas y desventajas. Pero hoy venimos a explicar en Meet Las Rozas uno de los inconvenientes que tiene no castrar a las hembras: el desarrollo de una piometra.
Seguro que has oído hablar de ello si no te ha tocado vivirlo en primera persona. Esto habla por sí solo: es una patología muy frecuente. Afecta al 50% de las hembras no castradas siendo más frecuente a partir de los 8 años de edad.
¿Qué es la piometra?
Una piometra se define como una infección uterina que se caracteriza por el acúmulo de material purulento (pus) en el interior de este órgano.
Para explicar cómo se forma, vamos a hacer un pequeño repaso a las fases del ciclo estral de las hembras que nos ayude a entender mejor qué es lo que ocurre.
ANESTRO: periodo prolongado de reposo reproductivo que dura alrededor de unos cuatro meses. En este periodo, la hembra no evidencia signos de actividad ovárica.
PROESTRO: periodo de inicio de actividad folicular. Aparecen los signos típicos de celo: edema vulvar, descarga sanguinolenta, atracción del macho…Esta fase dura una media de 9 días.
ESTRO: destaca la receptividad sexual por parte de la hembra. La duración promedio de esta fase es de 9 días. Durante el primer tercio del estro suele tener lugar la ovulación e inicio del desarrollo de los cuerpos lúteos.
DIESTRO: la hembra rechaza la monta. Coincide con la fase luteínica en la cual se produce una hiperplasia (engrosamiento del endometrio fisiológica. Este engrosamiento es una respuesta totalmente normal para albergar un posible feto. No hay signos externos de celo.

Factores desencadenantes
La mayoría de los casos de piometra tienen lugar en los dos meses posteriores al celo, concretamente a la ovulación.
Una piometra es la consecuencia directa de la acción consecutiva (celo tras celo) de las hormonas sexuales sobre el endometrio. Como hemos comentado anteriormente, durante el diestro se produce un engrosamiento fisiológico del endometrio. Este engrosamiento está capitaneado por la “progesterona” que también provoca una disminución de la respuesta inmunitaria en este órgano. La suma de estos factores, hacen del útero un lugar ideal para albergar una gestación, pero cuando ésta no se produce, también supone un caldo de cultivo excelente para que microorganismos oportunistas encuentren un lugar donde crecer y desarrollar una infección activa. Y ahora sí, tenemos una piómetra.
Tipos de piometra
Hay dos tipos de presentación de esta patología. La piómetra abierta y la piómetra cerrada.
En la piómetra abierta el cuello del útero permanece relajado y se libera el material purulento al exterior en forma de descarga vaginal. El propietario advertirá un flujo anormal; maloliente y espeso.
En la piómetra cerrada, el cuello del útero queda contraído y cerrado por lo que el material purulento se acumula en el interior del órgano. Es la presentación de mayor gravedad ya que si se tarda mucho en diagnosticar se puede llegar a producir fisuras en la pared del mismo resultando en la liberación del contenido purulento a la cavidad abdominal y provocando una peritonitis.
Signos clínicos
Los signos clínicos asociados serán los típicos que encontremos en cualquier infección. Además, en las hembras con una piometra abierta observaremos también descarga vaginal.
Es muy frecuente encontrar signos clínicos tales como: decaimiento, inapetencia y aumento en la ingesta de agua.
En pacientes con infecciones más graves observaremos, además, una depresión marcada, anorexia completa e hipertermia asociada.
Algunas pacientes pueden mostrar también vómitos y diarreas. Y, en función del tamaño de los cuernos uterinos, en ocasiones también observaremos distensión abdominal.
Los signos clínicos de una infección son signos muy inespecíficos que, salvo en los casos de piometra abierta, en los que observemos una descarga vaginal, pueden encontrarse en muchas otras patologías.
Por ello, es muy importante que, durante la visita al veterinario, se informe del estado reproductivo de la hembra. Una piometra se tiene que incluir en el diagnóstico diferencial de cualquier hembra no castrada que aparezca con un cuadro clínico inespecífico y se tiene que descartar en primea instancia.
En caso de que la infección avance, se podría producir una infección generalizada o sepsis que podría comprometer gravemente la vida de la paciente.

Diagnóstico
Cuando acudimos al veterinario por este cuadro, es muy probable que solo con los signos clínicos y el historial de la mascota ya se encamine el diagnóstico a descartar problemas reproductivos. Si el cuello uterino no está abierto y no tenemos secreción, se suelen realizar una seria de pruebas para confirmar el diagnóstico. El más importante es la realización de una prueba de imagen (radiografía y/o ecografía, en función de disponibilidad). Las pruebas de imagen nos revelan la presencia del útero distendido con contenido líquido en su interior y así, se confirma el diagnóstico.
No obstante, requeriremos otra serie de pruebas para conocer el estado general de la hembra, que incluirán, al menos, un hemograma completo y un perfil bioquímico general (analítica de sangre).
Tratamiento
Llegados a este punto, hemos confirmado el diagnóstico y conocemos el estado general de la paciente… ¿qué hacemos ahora? ¡Al quirófano!
Antes de entrar a quirófano, se suele realizar un manejo preoperatorio para estabilizar al paciente. Este manejo suele incluir la administración de antibioterapia y fluidoterapia intravenosa previa; así como una monitorización de las constantes vitales.
Una vez que nuestra paciente está estabilizada, podemos continuar.
Es importante conocer que el único tratamiento resolutivo y definitivo para solucionar este problema es la castración de urgencia. Una ovariohisterectomía (exéresis de ovarios y útero) es el tratamiento de elección y el que nos aporta mejor pronóstico y recuperación.
Aunque la cirugía es el tratamiento de elección, una selección de casos muy especiales que cumplan determinados criterios puede permitir el tratamiento médico de animales de cría. Sin embargo, las perras y gatas son susceptibles de desarrollar piometra de nuevo, después del tratamiento médico, y deben someterse a una ovariohisterectomía cuando ya no se destinen a fines de cría.