Hablar de los Rolling Stones en España es hablar de aquel concierto en el estadio Vicente Calderón un tormentoso 7 de julio de 1982. Al igual que sucede con los famosos seis pasos que nos distancian de conocer a cualquier persona del mundo, todos conocemos a alguien que, de una u otra forma, anduvo cerca de aquel evento histórico para la música de nuestro país. Casi cuatro décadas más tarde, los amantes de la música estamos de luto tras la muerte de su batería, Charlie Watts (1941–2021).

Watts conoció a los fundadores originales de los Rolling allá por 1962 entre conciertos en pequeñas salas londinenses. Brian Jones (fallecido en 1969), Keith Richards y Mick Jagger quedaron impresionados con el estilo y la potencia de Charlie en su primera banda, Blues Incorporated. De ahí en adelante, todo es historia de la música.

Un icono eterno

Hace pocas semanas supimos que en la próxima gira de los Rolling, Charlie Watts sería suplido por Steve Jordan (batería en los proyectos en solitario de Keith Richards) debido a problemas médicos. Dada la edad y recordando la recuperación de un cáncer de garganta en 2004, algunos nos echamos las manos a la cabeza pensando que podría ser el final de algo, aunque lo negásemos y nos aferrásemos a cualquier esperanza de eternidad con nuestros ídolos. En palabras del cantante y guitarrista de KISS, Paul Stanley, se ha marchado un icono eterno, la columna vertebral de los Rolling Stones.

Al igual que George Harrison en los Beatles, Charlie Watts mantuvo durante décadas el rol de ser el hombre tranquilo. A pesar de ello, una de las anécdotas más comentadas en sus biografías fue la que tuvo lugar en la habitación de un hotel en plena gira. Mick Jagger, completamente borracho, aporreó la puerta de la habitación de Charlie preguntando “dónde está mi batería”. Charlie después de propinarle un puñetazo le dijo “yo no soy tu batería, tú eres mi cantante”.

Rolling Stones
Charlie Watts con el resto de la banda (Imagen de la cuenta oficial de Rolling Stones en Twitter)

Alejado de tópicos

Moderado y elegante, Charlie Watts se alejaba por completo de los tópicos del rock. No sólo en su forma de vida (odiaba las extenuantes giras de los Rolling, aficionado al arte y a la cría de caballos), sino en el propio estilo musical que, finalmente, fue lo que definió el sonido de los Rolling Stones.

A través de la sutileza de su muñeca y del inconfundible estilo jazzero (siempre siguió tocando con su banda de jazz), Charlie dejaba la impronta en cada tema. No hacía solos en directo y siempre aparecía en un segundo plano, al fondo, detrás de su mítica Gretsch. Con un estilo sencillo y contundente logró lo que sólo logran los genios: hacer que lo virtuoso pareciera sencillo. Un estilo humano y musical que no dejó indiferente a nadie a lo largo de su carrera. De hecho, rodeado de estrellas consagradas en el escenario como Mick Jagger y Keith Richards, siempre fue el miembro de la banda más ovacionado en directo al llevar a cabo las presentaciones.

El fin de una época musical

A pesar de lo que me inquieta la presencia del yo en los tiempos que corresponden al duelo, debo confesar que la última vez que los vi, sabía que sería la definitiva. Fue en Lisboa, en Rock in Rio (incluida sorpresa de Bruce Springsteen en el escenario tocando Tumbling Dice). Charlie tocó gran parte del concierto con la boca abierta y era ayudado a subir y bajar de la plataforma donde se situaba su batería. Sabía que sería la última vez.

En poco tiempo hemos ido perdiendo a artistas que han dado voz y esperanza a toda una generación (en las últimas semanas, Dusty Hill, bajista de ZZ Top, o Franco Battiato). Afrontamos tiempos en los que la muerte está más presente que nunca. Pero no sólo la física. Poco a poco, estamos siendo testigos del fin de una época musical y de su promesa de mirar al futuro sin miedo a pesar de cualquier incertidumbre. Aquella música que sentó las bases de todo lo demás. Descansa, Charlie.

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