Como punto de partida para hablar de las arritmias en Meet Las Rozas hay que tener en cuenta que el funcionamiento del corazón se relaciona con la electricidad. Este es un hecho conocido desde un periodo extenso de la historia. Prácticamente, desde principios de la era cristiana. Pero fue en el siglo XIX cuando diferentes evidencias experimentales demostraron la capacidad del corazón de generar y conducir la electricidad.
Dado que desde entonces está más que demostrada la relación electricidad-corazón, el latido cardiaco se puede representar por una serie de estímulos eléctricos que se repiten en el tiempo (figura 1). Tras cada estímulo eléctrico, se produce de forma casi instantánea la contracción del corazón, que es lo que notamos cuando ponemos la mano en el tórax.

Tras los hallazgos relativos a que el corazón era capaz de transmitir la electricidad, se descubrió que una parte concreta del corazón (nodo sinusal o marcapasos) generaba la electricidad cada determinado tiempo. Y que esto siempre sucedía con una determinada secuencia de producción/no producción (rítmica) de electricidad. De forma simultánea, también se descubrió por donde transcurría la electricidad generada y, que, en definitiva, alcanzaba a las células que generan la fuerza necesaria para bombear la sangre.
La actividad eléctrica espontánea del corazón tiene que ser controlada
El diccionario de la Real Academia de la Lengua en su primera acepción define ritmo como “orden acompasado en la sucesión o acontecimiento de las cosas”. Adaptando esta definición al corazón, el ritmo cardiaco sería el “orden acompasado de la actividad eléctrica del corazón”.
Pues bien, el nodo sinusal marca el orden en el que se tiene que producir la actividad eléctrica y, consecuentemente, las veces que el corazón se contrae en una determinada unidad de tiempo. En el caso de la figura 1, si hay una actividad eléctrica en un segundo, significa que el corazón desarrolla un ritmo de 60 contracciones/minuto. Es decir, en reposo, el corazón late rítmicamente a una frecuencia de 60 latidos/min.
Si el nodo marcapasos siempre genera la actividad eléctrica con el mismo ritmo, entonces ¿cómo se puede ‘ajustar’ el corazón a las necesidades de nuestro organismo? En efecto, el nodo marcapasos tiene un ritmo propio que, en principio, no cambia. Por consiguiente, la naturaleza ha previsto el ‘control del nodo marcapasos’.
De forma simple, el control se ejerce a través de dos nervios: simpático y parasimpático (vago). La acción de estos sobre el ritmo cardiaco es opuesta; mientras el primero aumenta la actividad eléctrica del nodo marcapasos, el segundo la disminuye. Así, durante el ejercicio, el sistema nervioso activa el simpático y, por tanto, la frecuencia cardiaca, mientras que en reposo es el parasimpático el que predomina. Es importante recalcar el verbo predominar, pues aunque tienen efecto antagónicos, siempre están funcionando de forma simultánea.

¿Qué es una arritmia?
La verdad es que una arritmia, también denominada disritmia (ritmo cardiaco anormal) tiene una connotación muy negativa y preocupante, cuando algunas no lo son. No obstante, la realidad es que puede ser preocupante, ya que puede causar daño, ser una señal de otras patologías cardiacas o constituir un peligro inmediato para la salud.
La arritmia significa que el corazón late demasiado rápido (taquicardia) o demasiado lento (bradicardia) o que tiene una secuencia de activación eléctrica irregular. A diferencia de los solos cardiacos inocentes, las arritmias cursan con síntomas, tales como:
- Mareos
- Dolor en el pecho
- Falta de aire
- Sensación de latidos fuertes en el pecho
- Falta de capacidad para realizar ejercicio
- Palpitaciones
- Sudoración
De forma simple, el problema de las arritmias radica en una de estas tres circunstancias:
- La actividad eléctrica puede bloquearse o retrasarse en alguna parte del corazón.
- La señal eléctrica puede ‘viajar’ por una ‘vías’ anormales.
- Puede generarse una actividad eléctrica ‘extra’.
Tipos de arritmias
Los médicos clasifican las arritmias en función del lugar donde se produce, aurículas o ventrículos, y por la velocidad de la actividad eléctrica. Así, si en la figura 1 en un segundo hay tres señales eléctrica, en lugar de 1, la frecuencia cardiaca sería de 180 latidos/min (taqui-arritmina). Por el contrario, si en la misma figura en cada segundo no se produce una señal eléctrica sino que lo hace cada dos segundos, la frecuencia sería de 30 latidos/min (bradi-arritmia).
Las causas de las arritmias son diversas:
- Ataque al corazón o daño al miocardio por un ataque anterior.
- Enfermedad cardíaca que está presente al nacer (congénita).
- Corazón débil.
- Alteraciones de la glándula tiroides.
- Ciertas sustancias o medicamentos: alcohol, drogas, tabaco.
- Diabetes.
- Presión arterial elevada.

Tipos de bradiarritmias
Es necesario tener presente que no todas las taquicardias o bradicardias significan que se tenga una enfermedad. A continuación se destacan dos tipos de bradiarritmias por su relación con la edad y por poder ser confundidas con el proceso de adaptación del corazón al entrenamiento intenso.
–La arritmia sinusal respiratoria. Es relativamente fácil saber en que consiste porque el nombre es bien significativo:
Arritmia: variación que experimenta la actividad eléctrica del corazón.
Sinusal: porque afecta al nodo marcapasos que es el que dirige la actividad eléctrica.
Respiratoria: porque se pone de manifiesto durante la respiración. Con inspiración, aumenta la actividad eléctrica; con espiración, disminuye la actividad eléctrica.
Es relativamente frecuente en la infancia, no presenta ningún síntoma y suele desaparecer en la edad adulta. No implica patología y sólo hay que hacer un seguimiento, pero muy espaciado en el tiempo. Tan benigna es que muchos cardiólogos la consideran como una variante de la normalidad y, por consiguiente, no hay que preocuparse. Es más, puede ser un hallazgo casual por un reconocimiento médico-deportivo.
La Bradicardia sinusal. Este es uno de los mecanismos de adaptación al entrenamiento en personas muy deportistas. Pero, ¡ojo!. Imaginemos que en el colegio el profesor detecta que las pulsaciones de un niño de 12 años son de 40 latidos/min. Lo inmediato es preguntar al niño: ¿Practicas algún deporte de forma intensa y continuada, como la natación? ¿Te has mareado o incluso has perdido la conciencia alguna vez? Si la respuesta es negativa a las últimas cuestiones, pero señala que no entrena de forma asidua e intensa, se puede sospechar, obviamente, que se trata de un ‘posible talento deportivo’. Sin embargo, otras veces puede sugerir una enfermedad o por la ingesta de medicamentos que reducen la actividad eléctrica del corazón.
En resumen, es cierto que la palabra arritmia suele generar preocupación, sobre todo cuando no va asociada a una patología cardiaca. A cualquier padre o madre le dicen que su hijo tiene una arritmia y, o se explica de forma sencilla y con tranquilidad, sin generar alarma, o puede desencadenar una preocupación innecesaria. Si a pesar de explicarlo bien, a los progenitores les genera angustia y solicitan revisiones o se ponen a ‘fisgar’ en internet, es una cuestión no controlable. Es cierto que en internet hay muy buena información, pero hay que saber procesarla. De no hacerlo, puede ser incluso contraproducente.